25 febrero, 2006

EL CUENTO DEL FENICIO Y LA VELA

Amilkar era un fenicio muy feliz al que era muy difícil no ver sonreír. Le encantaba la vida que llevaba. Era comerciante de productos de lujo, joyas, perfumes, sedas teñidas de púrpura, ocupaban entre ánforas griegas el fondo de su bodega. Viajaba por el Mediterráneo, con su pequeña trirreme, siempre cerca de la costa y guiándose por las estrellas, le encantaba dormir al aire libre y sentir cada verano la brisa marina contra su cara. Gracias a sus viajes y a sus negocios, había aprendido muchos idiomas y estaba orgulloso de poder demostrar que tenía buenos amigos en todas las costas desde Tiro hasta Gadir. Aquel fenicio, que gozaba de la buena comida y del buen vino, también tenía un sueño, casarse con una princesa íbera de la que vivía enamorado desde la primera vez que la vio hace ya cinco años en un pequeño santuario, en la confluencia de dos ríos. Pero antes, debía ahorrar lo suficiente.
Su vida era perfecta, disfrutaba de cada momento, era libre y su fortuna aumentaba cada día. Pero a los dioses les gusta jugar con los humanos y quisieron que todo aquello cambiara de un día para otro.
Amilkar, como buen comerciante fenicio, siempre rozaba el límite de la ética en sus negocios. No me entiendan mal, él era una buena persona, pero no podía resistirse a sacar el mayor beneficio posible a una transacción, aunque fuera a costa de estafar a una pobre víctima (la boda con su amada bien valía la pena). Esta vez la víctima fue un viejo augur etrusco con muy mal genio que intercambió varias piezas de oro por una cerámica ática que no lo valía. Cuando éste se dio cuenta del timo, no quiso decir nada y se limitó a añadir a las piezas de oro una hermosa vela de sebo prendida. Amilkar agradeció el presente y se dispuso a marchar rumbo a Cartago. Pero, antes de que pudiera darse la vuelta, el viejo Augur sentenció:
- Esa vela que has aceptado, es la vela de tu vida. El día que su mecha se apague, también lo hará tu vida.
El joven fenicio se estremeció de miedo y suplicó desesperado perdón, no quería morir, amaba demasiado la vida. Ofreció toda su fortuna, incluso estuvo dispuesto a permanecer en aquella ciudad como su esclavo. Pero ninguna de sus palabras pudo calar en el corazón de aquel anciano augur.
Amilkar miró angustiado la vela, cada segundo que pasaba estaba más cerca del final, tenía tantas cosas que hacer, tanto por disfrutar, tanto por ver. No podía morir, no lo permitiría. Hasta que, por fin, tuvo una idea: buscaría por todo el mundo conocido la cantidad de sebo necesaria para hacer una vela tan grande que tardase cientos de años en apagarse.
Así, convencido de que aquella era la mejor decisión, embarcó a toda prisa en su pequeña trirreme dispuesto a conseguir su objetivo. Y os aseguro que lo consiguió, durante cincuenta largos años recorrió ríos y mares, valles y montañas, visitó pueblos, ciudades y mercados de miles de lugares distintos. Siempre corriendo, siempre angustiado por el paso del tiempo, siempre con miedo a que las cosas no salieran como el esperaba, desesperado por llegar a su siguiente meta, veloz como el viento, tanto que nunca descansó, paraba el tiempo justo y comía poco, nunca se cuestionó nada, sólo corría. Hasta que un día de otoño, cansado ante la enorme montaña que había conseguido formar con todo el sebo reunido en sus interminables viajes, decidió pararse. Se sentó triste y lloró, lloró porque hasta ese momento no se había parado a pensar lo paradójico de su maldición. Había pasado tanto tiempo angustiado por no perder ese bello don que es la vida que la había desaprovechado. Ahora contaba con 68 años y seguro que aquella hermosa princesa íbera estaría muerta o casada con otro anciano, llevaba cincuenta años sin disfrutar de todas aquellas cosas que hacían tan hermoso vivir, dormir bajo las estrellas, pararse a disfrutar de la brisa del mar en verano, las conversaciones con aquellos amigos que él valoraba tanto, había visitado miles de lugares maravillosos pero no se había detenido a disfrutar de aquellos momentos. Para que quería él ahora toda esa vida que le ofrecía la vela, estaba viejo, cansado y solo. La angustia, el miedo y la desesperación habían hecho que los mejores años de su juventud se esfumasen entre prisas.
Se tumbó en el césped y esperó, ahora si tranquilo, mientras escuchaba el sonido de los pájaros que cantaban a su lado y el viento arrastraba las numerosas hojas que había en el suelo contra su cuerpo, a que la vida se perdiera definitivamente.
Y así es como el fenicio que amaba tanto la vida se dio cuenta de que lo importante no es lo rápido que pase el tiempo sino como lo hace.

A mi Fruto Seco, gracias por aguantar mis angustias.

23 febrero, 2006

ASÍ SE LAS GASTABAN LOS CRIOLLOS

La historia es apasionante, mientras uno indaga entre datos, fechas y acontecimientos macro políticos. Uno puede tener la suerte de parase y ver la historia con más tranquilidad, con una visión más humana y más realista. La historia del día a día, la de la vida cotidiana de las personas que aunque vivieron antes que nosotros, compartieron, a través del tiempo, las mismas emociones y los mismos sentimientos que podemos experimentar nosotros hoy en día. Esa gente vivió, dentro de sus rutinas diarias, alegrías y tragedias, pasiones y miedos, amores y odios. Fueron capaces de actos heroicos y de cobardías infames, conformando miles de pequeñas historias al margen de los grandes personajes, que hoy se nos pierden en el vació del pasado. El drama que rescato de un libro de Pilar Gonzalbo es una de esas vidas olvidadas por el tiempo, un grano de tierra en un desierto. Cito textualmente:
“la trágica historia de la hermana de los Ávila ilustra la forma en que una familia encumbrada podía utilizar todos los recursos para impedir un enlace que los haría emparentar con alguien de condición inferior. Enamorada de un mestizo a quien llamaban Arrutia, le dio palabra de matrimonio; al saberlo sus hermanos, la encerraron en un convento y la enviaron a él a España. La joven se resistió a profesar hasta que la convencieron de que él había muerto. Veinte años más tarde regresó el desterrado he inició la búsqueda de su antigua novia, quien al enterarse de la verdad se ahorcó en un árbol del convento”Hoy, los descendientes de esos criollos reclaman su sangre indígena. ¡que bonita es la Historia

Este galeón novohispano del siglo XVII va dedicado a mi hermano que se que le gustan las aventuras del mar

20 febrero, 2006

EL VIRREY OPINA SOBRE PARÍS

No se si está permitido poner en cuestión la excepcional belleza de París, no me mal interpreten, yo no digo que la capital gala no sea un lugar bonito y que no merezca la pena visitarlo. Pero si me atrevo a afirmar que a mi no me impresionó, en mi opinión es un lugar demasiado homogéneo (con las honrosas excepciones del edificio Pompidu y la torre Eiffel), todo tiene un estilo demasiado neoclásico (un arte que no deja de ser muy poco original y muy hortera). Los cafés y sus plazas son maravillosos pero caros y Housman tiene el dudoso honor de haber convertido el Paris medieval en un conjunto de grandes avenidas y edificios sin encanto.
Debo reconocer que mi percepción de las cosas estuvo muy marcada por un frío horroroso, un ambiente nublado y un día muy corto. Seguramente esta ciudad se vea más hermosa con más luz y mas verde (de eso nos sobra en el sur de Europa). Aunque tengo que admitir que también hubo cosas que me gustaron de Paris, el sena y sus alrededores, Montmatre, les Halles y sus museos (el louvre, una colección maravillosa de expolios, y el museo Dorsay que tiene unos cuadros geniales). Lo que desde luego no me pareció fue la ciudad del amor, creo que hay demasiado marketing yanqui y muchos estereotipos históricos, aunque quizás digan que es la ciudad del amor porque cuando vas, lo que te parece más hermoso, es tu novia.

08 febrero, 2006

¿OPOSITAR O NO OPOSITAR? ESA ES LA CUESTIÓN

Llega un momento en la vida de todo hombre o mujer que en su momento eligió una carrera sin futuro y que no cuenta con un padrino influyente en que uno se plantea el mayor y más doloroso de los dilemas ¿opositar o no opositar? Tratas de buscar excusas para eludir la respuesta que no quieres escuchar, dilatas la solución del problema pero sólo hay dos cosas ciertas sobre las oposiciones: aprobarlas es una lotería demasiado difícil y si te sacas un buen número has triunfado para toda la vida. Finalmente decides probar suerte, incluso muchos toman la determinación de amargar una parte importante de su vida en virtud de un futuro mejor, todos nos dirigimos como un rebaño de corderos al matadero. La mayoría no consigue su objetivo y vuelve a casa con la resignación estoica que nace de la falta de alternativas. Triste destino el de los jóvenes españoles que mendigan una oportunidad, cruel condena la de los humanistas que desangran su talento en profesiones alienantes. El virrey ha decidido prepararse las oposiciones, apunten un cordero más.

06 febrero, 2006

MANIFIESTO DEL PARTIDO NACIONALISTA MADRILEÑO

Justificación:
Madrid es un territorio bien definido en el centro de la Península Ibérica que cuenta con una historia (todo el mundo tiene una), un idioma (el castizo) y una cultura propias: la gastronomía típica como el bocata de calamares de la plaza de Atocha o los famosos callos madrileños, el botellón a escondidas, los atascos y las obras (las obras son a Madrid lo que los peajes a Cataluña, uno puede estar lejos de casa pero cuando ve una zanja, una calle levantada o un obrero tocándose los mismísimos se siente como en el hogar, se emociona y no puede más que comentar con la mano en el pecho y lágrimas en los ojos ¡es como en Madrid!) todo ello forma parte de la identidad nacional madrileña. La mayor prueba de la existencia innegable de esta identidad y de su hecho diferencial es que uno siempre puede saber cuando está ante un madrileño sin necesidad de pedirle el DNI: si vas por una autovía y te adelanta un coche estresado a 200 Km por hora, si ves a un tipo más chulo que un siete (si, somos chulos, pero porque podemos) o si veranea en Benidorm (reclamamos Benidrom, torrevieja, Gandia y Santa Pola como territorio madrileño, es nuestra salida natural al mar, no se nos puede negar), no hay duda, estas ante un madrileño.
La identidad del madrileño surge del rechazo del resto del estado español (como buen nacionalista no puedo decir simplemente España), a los madrileños nos odian en todas partes por el mero hecho de serlo, además Franco y su nacionalismo español nos conquistó por la fuerza en la guerra civil y ejerció una gran represión sobre nuestra población, lo cual nos distanció emocionalmente del Estado español y su bandera. Por último, por culpa de ser la capital, el madrileño debe sufrir innumerables atascos como consecuencia de que todas las manifestaciones son aquí, aparte de que se nos llena nuestro país de paletos provincianos.
Por todo lo anterior reclamamos:
La independencia de Madrid del resto de España o, en su defecto, un estatuto para Madrid en el cual se quede en nuestro territorio el cien por cien de nuestros impuestos (estamos hartos de que con nuestro dinero se paguen carreteras en Galicia o subsidios en Andalucía para que luego nos acusen de centralistas opresores), que se reconozca a los madrileños como una nación y que el Real Madrid nos represente en las competiciones nacionales como el mundial o la eurocopa. Madrid pasará a denominarse virreinato de Madrid, para distinguirnos del resto de regiones del estado español.
Griten conmigo: ¡Viva Madrid libre! ¡Viva Tierno Galván! ¡Viva la movida madrileña! ¡Vivan las obras! ¡vivan los atascos! ¡Viva la verbena de la Paloma! ¡¿Viva Joaquín Sabina?!
El futuro presidente del virreinato independiente de Madrid

05 febrero, 2006

EL VIRREY SE QUEDA SOLO

El virrey se queda sólo. Después de dos meses maravillosos junto a su amada Malinche, esta le abandona a su suerte. Ya no habrá más cine de culturetas, ni escapadas románticas, ni restaurantes o tiendas de ropa a su lado, ni siquiera habrá quien le coja de la mano por la calle y escuche con paciencia estoica sus monólogos de estreses y angustias. Mi amor, mi alegría, mi ilusión, todo se marchó con cara de sueño y lágrimas en los ojos en un maldito avión holandés. No se puede poner en pausa la vida, ni adelantarla o retrocederla como si de un video se tratara, sólo nos queda avanzar tirados por la inercia del tiempo y esperar que el futuro nos traiga lo que el pasado nos quitó. Hasta pronto Almendris, te echaré de menos