24 marzo, 2006

LOS MOTIVOS DEL BOTELLÓN

Nuestro país sufre un grave problema de fractura social, los políticos viven enfrascados en disputas partidistas de espaldas a la sociedad y a sus problemas reales y diarios, mientras que los mayores de 40 años se ven incapaces (cuando se lo proponen) de comprender a la juventud actual. El llamado Macrobotellón es un buen ejemplo de lo que estamos diciendo. La miopía social y la falta de empatía hacen aparecer a los jóvenes como unos alcohólicos, degenerados y bárbaros que no saben hacer otra cosa para divertirse que beber hasta el coma etílico y mear en las farolas. Los periodistas que se han dedicado ha desinformar sobre esta problemática lo han hecho de una manera sensacionalista y superficial, denotando una falta de curiosidad por indagar y de profesionalidad alarmante en una sociedad que se dice democrática. Si se profundiza un poco en las causas del botellón se pueden descubrir varios de los problemas con los que los jóvenes tienen que convivir actualmente:
- La mayoría de los menores de 25 años en España o están estudiando o tienen un trabajo basura con un sueldo miserable, en esta situación no se pueden permitir el gastarse seis euros en una copa (a partir de las dos de la mañana la media es de 9 euros) y deben recurrir a beber en la calle alcohol comprado a un precio más razonable en cualquier supermercado o chino de la zona por la que van a salir.
- En esta situación de precariedad los jóvenes no se pueden permitir emanciparse. Por lo que si se quieren tomar unas copas con los amigos (obviamente, después de la imagen de alcohólicos que dan sobre ellos los medios de comunicación, en casa con sus padres no se las van a poder tomar) no les queda otra opción que consumir en la calle o ¿alguien cree que en pleno enero y a cero grados alguien, por muy loco que esté, va a querer hacer botellón en un parque?. Lo que se denuncia del botellón, no seamos hipócritas, no es el que los jóvenes se pasen bebiendo, que es legal, sino el que lo hagan en la calle, a la vista de todos, mostrando a los ojos del país todas sus miserias.
- La sociedad no ofrece alternativas, si se pregunta a los jóvenes cual es la mejor parte de un viernes o un sábado por la noche la mayoría contesta que el botellón ¿por qué? Porque es el momento donde se sientan todos los amigos juntos y se comunican, se cuentan sus penas y sus alegrías, lo que les preocupa o lo que van a hacer en sus próximas vacaciones, en los bares no lo pueden hacer porque la música está muy alta y no están todos reunidos. Qué otras alternativas viables tienen para relacionarse de esta forma, seguramente las hay pero por algún motivo no calan. El macrobotellón no es más que una forma de juntarse un montón de jóvenes, el alcohol es la excusa perfecta.
- La educación en España es una basura, si de verdad preocupa el consumo exagerado de alcohol en los jóvenes, edúqueseles para que tengan un consumo responsable, pero educar no quiere decir una campaña de televisión sino una planificación seria y una inversión fuerte. Para el Estado es más fácil criminalizar a los jóvenes y ponerles multas (la última moda entre los políticos).
Analizados todos estos factores podemos ver el botellón de una manera más amplia, junto a la precariedad laboral, la especulación inmobiliaria, el sistema educativo deficiente o los problemas de comunicación entre padres e hijos. El botellón es un problema más complejo de lo que los políticos oportunistas y los periodistas mediocres nos quieren hacer creer y tiene unas raíces tan profundas que la amenaza de multas no va a acabar con esta práctica.

18 marzo, 2006

NO SOMOS DUEÑOS NI DE NUESTRA VIDA NI DE NUESTRO MUNDO

En los últimos años vivimos una época de restricciones a la libertad individual, un afán legislador que afecta a todas las facetas de la vida de los individuos. Se estrecha nuestro ámbito de decisiones y nuestra libertad, pero lo hace de una manera muy inteligente, de forma progresiva y acompañada de una campaña mediática justificadora. El Estado es la nueva religión del siglo XXI, nos dice lo que está bien y lo que está mal y lo hace de forma absoluta, no hay forma de contradecirle. Te dice donde puedes fumar y donde no, donde puedes beber y donde no, donde puedes aparcar y donde no, donde puedes vivir y donde no, donde puedes vender y donde no, como puedes morirte y como no, la calle ya no nos pertenece: hemos llegado a un mundo tan absurdo donde si pones una tienda de campaña en una playa o en la Pedriza, te multan, si te tomas una cerveza sentado con unos amigos en el parque, te multan, si aparcas en la casa de tus padres y te quedas más de dos horas, te multan, si te estás meando y no te aguantas y no puedes más que desahogarte en un árbol, te multan, si te pones a vender los tomates que has cultivado en tu pequeño jardín en un banco de la calle y no tienes licencia, te multan. Yo se lo que uno de estos amantes de la legislación me respondería, que vivimos en una sociedad en la que necesitamos unas leyes de convivencia, que si todos hacemos lo que queremos el mundo se va a la mierda, y que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. Estoy de acuerdo en parte, es cierto que necesitamos una serie de leyes que nos ayuden en la convivencia pero el problema es que el órgano promotor de estas leyes nos considera como menores de edad, idiotas, a los que hay que decir lo que se puede y que no se puede hacer. A mi no me apetece drogarme pero estoy a favor de la legalización de las drogas porque quiero ser yo el que decida por mi mismo lo que hacer con mi cuerpo y el que, a través de una actitud responsable, llegue a la decisión de no drogarme, o ¿deja de haber drogas porque estén prohibidas? O ¿deja de existir la prostitución porque no esté legalizada?. El estado y los que hacen las leyes deberían de pensar que la base de una buena convivencia no se encuentra en prohibir todo lo que no les parece bien sino en hacer una buena educación desde la infancia, que cree ciudadanos responsables capaces de decidir bien entre las diversas opciones. Sócrates dijo que no existen buenas y malas personas sino aquellas que no saben distinguir entre el bien y el mal. Pero para el estado es más fácil multarnos a invertir en educación, es más barato y además se recauda más.
Tengo enormes dudas sobre el funcionamiento de nuestra sociedad, ¿qué pasa si de repente se aprueba una ley injusta (desafortunadamente tenemos muchos ejemplos en nuestra sociedad)? ¿Tenemos la obligación de respetar una norma que va contra los intereses de la mayoría? Sócrates fue condenado a muerte de manera injusta y decidió acatar la condena, y no huir como le pidieron sus amigos, por respeto hacia las leyes de su polis y por civismo. ¿Debemos convertirnos todos en mártires o tenemos el derecho a no cumplir una ley arbitraria? En la América colonial pasó una cosa parecida, el gobierno de la metrópolis estaba muy lejos de los problemas específicos de las colonias y lanzaba leyes que debían aplicarse de la misma forma en Castilla que en la Tierra de Fuego, los funcionarios reales del Nuevo Mundo resolvieron este problema con una fórmula muy sencilla “se acata pero no se cumple”, se respeta la decisión del rey pero éste no está bien informado de la situación de sus colonias así que allí no se aplica esa ley. Este es un buen ejemplo de que la casuística siempre será más justa que las normas generales, no es lo mismo un macrobotellón que cuatro amigos en un parque tomándose una cerveza. Además, las leyes son construcciones culturales que cambian con los años, en algunos países sigue siendo delito la homosexualidad, y que deben procurar tratar cuestiones relativas a la convivencia y mantenerse al margen de la vida personal de los individuos. Debemos tener en cuenta que las normas no son verdades absolutas, que los legisladores no son infalibles y, lo que es más grave, no debemos permitir que nuestra libertad sea sacrificada en el altar del control y la seguridad, encadenada por el miedo y fiscalizada por los gurús de la política
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Si pinchais encima de la viñeta se ve mas grande

15 marzo, 2006

LOS MACARRAS, LA NOBLEZA DEL SIGLO XXI

Viendo la gran injusticia social y las infames acusaciones que sufre el grupo de los macarras, me he visto en la necesidad de romper una lanza en favor de este insigne conjunto de ciudadanos y dar a conocer, a España y al Mundo entero, las verdaderas raíces de su comportamiento y su imagen.
Los macarras son, sin lugar a dudas, los herederos legítimos de la nobleza estamental. Han tomado con un ingenio asombroso todos los símbolos de su poder y prestigio y los han adaptado a las nuevas circunstancias del siglo XXI. Forman, al igual que la nobleza del antiguo régimen un grupo fuertemente cohesionado y con relaciones endogámicas, con un código ético y moral propio que les marca duras reglas de comportamiento (Por ejemplo “la hermana y la piba de un colega son sagradas, chico” o “no mezcles al beber que si no la resaca es la polla, chico”) y unos fuertes lazos de solidaridad y ayuda mutua (“si me tocan a los colegas yo me meto y los mato, chico”).
Un espectador despistado podría pensar que es síntoma de simpleza intelectual el que todos se vistan y se peinen de la misma manera pero nada más lejos de la realidad, su aspecto y sus ropas deben dejar claro que forman parte de un grupo privilegiado y superior. De esta manera, el sombrero aristocrático y el monóculo han dejado paso a la gorra de colores llamativos y la gafas de sol (da igual la hora del día, la temperatura o el lugar en que se encuentre el macarra, son símbolos de su estatus), los piercing y tatuajes sustituyen a las joyas aristocráticas (aunque muchos siguen conservando reminiscencias del pasado y llevan grandes collares y anillos de oro), la camiseta del Radical a la de seda, las New Balance a las botas de cabalgar. Todos estos símbolos formaban y forman parte de una manera de mostrarse públicamente y de mandar un mensaje subliminal al resto de la sociedad, te encuentras ante un personaje de la nobleza.
El carro era en la antigüedad, y sigue siéndolo hoy, un signo de ostentación económica, sólo los más ricos se pueden permitir el transporte más lujoso, así que el carruaje de caballos se ha adaptado a las nuevas circunstancias y hoy es el coche tuneado con mazo de caballos, chico. Un detalle muy importante es la música del carro, al igual que la música clásica y la ópera durante largo tiempo se asociaron a la clase aristocrática ahora la música electrónica y el bacalao realizan la misma función con los macarras, ademas es fundamental que el carro tenga unos buenos altavoces para que la gente pueda darse cuanta a varias manzanas a la redonda que ahí se encuentra un macarra, lo mejor de la sociedad.
Su manera de hablar no indica incultura o vulgaridad brutal, es un argot aristocrático y particular que sólo es comprensible para un elitista grupo de iniciados. Antiguamente, a los nobles se les ponía el Don o la Doña delante del nombre y luego se decían sus títulos, ahora el prefijo señorial es un artículo y los títulos son apodos (por ejemplo, Don Ricardo Corazón de León, pasado al macarra sería El Richi Polla Brava; o Doña María Magdalena se llamaría en la actualidad La Mery o Mari la Bollera). Además, ninguna palabra debe pasar de dos o tres silabas (por eso el instituto es el insti o la furgoneta es la furgo). Por último, el término “movida” es comodín y puede usarse para múltiples acepciones (“pásame esa movida” puede referirse a cualquier cosa y “ayer nos metimos en una movida” puede significar un sin número de situaciones) y cualquier frase debe finalizar con la palabra “chico”.
Todas estas comparaciones son una pequeña muestra de las múltiples coincidencias que hay entre la nobleza señorial y el grupo de los macarras. Los Macarras son una élite cultural incomprendida en nuestro país, por lo que debemos reconocer toda su importancia y admitir que nuestro desprecio no es más que la envidia que nos produce el no pertenecer a ese grupo privilegiado de la sociedad.

Quería poner una foto de un coche tuning pero encontré esta en la que salen las chicas azafatas de la concentración de tuneros y me gustó más
El coche tuning está detrás de la chica, lo juro

11 marzo, 2006

FRAY LUIS DE LEÓN Y LA MUJER

Aprovechando que el 8 de marzo fue el día de la mujer trabajadora (supongo que el día del hombre trabajador se celebra el resto de días del año) me propuse escribir algo sobre la mujer en mi blog, Así fue como, mientras leía un libro para mi tesis sobre el matrimonio en la época colonial, encontré un texto de Fray Luis de León que me llamó la atención, está incluido en el libro La perfecta casada que con afán moralizante (no podía ser de otra manera) escribió en 1583, el fragmento se refiere a la mujer y creo que se comenta solo:

“Unas hay cerriles y libres como caballos; y otras resabidas como raposas; otras labradoras; otras mudables a todos los colores; otras, pesadas como hechas de tierra; y por esto la que, entre tantas diferencias de mal, acierta a ser buena, merece ser alabada mucho.
Así como a la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudio de las ciencias, ni para los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico, así les limitó el entender y, por consiguiente, les tasó las palabras y las razones”

Espero que no se haya ofendido ninguna de mis queridas lectoras, ya sabéis que respeto y admiro a vuestro sexo.
Por último, ya que tengo a la novia a miles de kilómetros de distancia y a la gente que me rodea le ha entrado la fiebre del matrimonio, este último texto sacado del Concilio de Trento me sirve para reconfortarme en este obligado periodo de abstinencia sexual:

“si alguno dijere que el estado de matrimonio debe preferirse al estado de virginidad o de celibato; y que no es mejor, ni más feliz mantenerse en la virginidad o celibato, que casarse; sea excomulgado” (Sesión XXIV, Canon X)
Para que luego digan que la Iglesia no tiene sentido del humor.