19 diciembre, 2006

LA NAVIDAD EXISTENCIALISTA

Creo que la fe de los hombres en un dios creador y superior es como la fe de los niños en los reyes magos, una vez que maduras te das cuenta de que todo era una invención y descubres la dura realidad, llegas a la verdad pero con ella muere la magia y la ilusión. La religión es la magia de las personas mayores, pertenece a la infancia de la humanidad, pero tiene una virtud, te hace, como dijo Unamuno en esa maravillosa novela San Manuel Bueno Mártir, vivir más tranquilo y morir feliz pero no es la verdad. Yo preferiría seguir viviendo en la ingenua infancia, creer en Dios y en los reyes magos, pero no puedo, no me lo trago y cada Navidad, esa que se supone que es un momento de paz y felicidad, yo sufro porque, con cada nochevieja, siento que queda un año menos para el final, que se acerca el vacío existencial, la perdida de la conciencia. No me malinterpreten, no pretendo transmitir una idea pesimista, el existencialismo es en el fondo una idea positiva, reafirma la responsabilidad de los hombres sobre todos sus actos y reivindica el disfrute de la vida como un regalo porque, finalmente, el sentido de la vida es VIVIR.
Posdata: Que no se me ofendan mis amigos creyentes, parto del supuesto de que Dios no existe porque soy ateo practicante.

08 diciembre, 2006

EL TORRENTE KAZAJO

Si quieren pasar un rato agradable con los amigos y echarse una risas, por favor no dejen de ir a ver BORAT, es una película original en su planteamiento y plagada de situaciones tan ridículas como divertidas, hay un momento en un rodeo americano que es de las mejores radiografías que se pueden hacer de una de las partes más casposas de la sociedad yankee. Yo me lo pasé genial en el cine y os la recomiendo sinceramente. Por cierto, agradecería si en los comentarios me recomendáis también vosotros alguna película. Un abrazo y seguiremos informando de pelis culturetas (que no tienen porque ser aburridas).

Posdata: Borat lo vi gracias a que insistió Almendra, si no lo pongo me mata.

03 diciembre, 2006

RÉQUIEM POR LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA

España va a la deriva. Debajo de las cifras y los indicadores macroeconómicos que nos hablan de un crecimiento triunfalista y una situación de mejora de las condiciones globales de España, y debajo del sentimiento de autocomplacencia y orgullo que en el fondo nos produce, al margen de racismos, el ver como los inmigrantes del tercer mundo son capaces de arriesgar su vida para llegar a trabajar al paraíso español ¡No estaremos tan mal cuando la gente está deseando venir!. Debajo de todo este boom del desarrollo español estamos muchos españoles, muchos jóvenes con contratos precarios, temporales y de sueldos bajos, incapaces de comprar o alquilar una vivienda digna en el barrio en que nacimos. Muchos trabajadores con jornadas de cuarenta horas o más que no tienen ni recursos ni tiempo para criar a un hijo. Muchas familias que no llegan a fin de mes entre las letras y la inflación, una inflación que el maldito euro disparó mientras nuestras nominas y nuestro nivel adquisitivo se sacrificaba en el altar de la convergencia europea. Muchos profesores que sufren en las aulas la decadencia de los valores y la falta de conciliación de la vida familiar y laboral de los padres. Muchas mujeres que pagan con golpes las frustraciones de machistas incapaces. Muchos estudiantes con talento que con sus becas mileuristas se ven obligados a emigrar a otros países.
Cuando los ciudadanos miramos hacia arriba para contemplar a aquellos que tienen la responsabilidad remover los obstáculos y promover las condiciones para que podamos vivir de una manera más justa, nos encontramos con políticos corruptos que lejos de solucionar el problema de la vivienda participan del “pelotazo inmobiliario”. Cuyas prioridades no son la calidad del empleo, la violencia de género, los transportes públicos o servicios sociales como las guarderías o las residencias de mayores sino si somos una nación o no, si España se rompe o no, si el 11-M fue responsabilidad de unos o de otros, si ETA dice esto o lo otro, todos temas alejados de la realidad cotidiana de los españoles. Por lo que, lejos de solucionarnos problemas, nos generan otros nuevos como la crispación entre derechas e izquierdas o entre nacionalistas étnicos y consitucionalistas.
Pero no podemos limpiar nuestra conciencia derivando toda la responsabilidad de este fracaso democrático en el perfil bajo de nuestros políticos. Frente a este deterioro de la calidad de vida que he descrito, a la que habría que sumar la perdida de libertad producida por el paradigma de la seguridad nacional, la sociedad aparece absolutamente narcotizada, no le interesa participar en la vida pública y poca gente se echa a las calles para reclamar soluciones, las noticias de corrupción de concejales de urbanismo que día a día nos bombardean en las noticias se contemplan no con escándalo sino con resignación y estoicismo, el conformismo inunda los espíritus y el deporte sirve de opio a las masas. Las cosas están así y yo me pregunto ¿Qué valor tiene una democracia que vive alejada de los ciudadanos y sus problemas? ¿Qué se pude esperar de un sistema donde las masas no están interesadas en la vida política y expenden cheques en blanco a sus políticos por cuatro años? ¿Dónde se encuentra la capacidad crítica de unos ciudadanos que, al margen de ser informados de una manera militante y subjetiva, somos fácilmente manipulados por los medios de comunicación? Caminamos de manera voluntaria hacia “dictaduras democráticas”, hacia gobiernos elegidos en sufragios de participación cada vez más reducida porque la política cada vez nos interesa menos, queremos que nos dirijan y nos dejen en paz, que no nos ponga muchos impuestos y garanticen nuestra seguridad, y todo esto con políticos cada vez menos capaces. Negro futuro nos auguro.