31 agosto, 2007

LOS OLVIDADOS

La última semana que estuve en México df me robaron la cartera y ayer me enteré de que me sacaron 140 euros de la cuenta en compras con mi tarjeta. Este hecho me ha afectado mucho, no por el dinero, sino por el hecho de que me hace cuestionarme mi idea sobre la naturaleza humana y la moral que aplico en mi vida. Sin embargo, sigo pensando que el hombre es bueno por naturaleza y que son las circunstancias que nos rodean y los errores en las percepciones de las cosas los que nos hacen equivocarnos, también continuo manteniendo la idea de que si uno obra correctamente lo normal es que le pasen cosas buenas y que el que se comporta con maldad no es feliz. Dicho todo esto, me pareció una oportunidad inmejorable para recomendaros una película excelente de un director que se fue a buscar fortuna a México y descubrió, entre las calles de su capital, las luces y sombras del alma humana. Los olvidados de Luís Buñuel es la historia de las causas por las cuales, quien sabe, un ratero me robó la cartera en el saturado metro del DF. Mañana es mi cumpleaños, así que os propongo que me regaléis una hora y media de vuestro tiempo y me comentéis lo que os pareció la película.

25 agosto, 2007

MI VIAJE AL SUR 2

Chiapas es un sitio especial, la primera vez que estuve me sorprendió porque para mi era un lugar diferente a todo lo que había visto, San Cristóbal de las Casas y los pueblos de alrededor me transmitieron la sensación de que me había transportado en el tiempo a un pasado colonial donde la república de los españoles y la república de los indígenas (como se denominaban en la época) aun convivían separadas, y donde el sincretismo cultural y religioso conformaban un mundo sorprendentemente original, a mitad de camino entre las supersticiones de ambos lados del atlántico. En esta ocasión, la ciudad me pareció igual de hermosa que la primera vez que la vi, pero encontré un lado comercial y turístico que va transformándola de manera vertiginosa en una atracción para extranjeros que no me gustó nada. Sin embargo, Chiapas es mucho más que mi querida San Cristóbal de la Casas, y esta vez pude dejar a un lado mi pasión por Palenque para descubrir y disfrutar de su belleza natural. El cañón del sumidero, todas sus impresionantes cascadas y lagos, o el rugido de los monos aulladores surgiendo desde las profundidades de la selva, te estremecen de una manera diferente a lo que consigue hacerlo un yacimiento arqueológico importante: la recuperación del pasado te hace sentir formando parte de la línea continua de pequeñas vidas que configuran la historia, enciende la curiosidad por los que vinieron antes que tu, te hace reparar en el peso del transcurrir del tiempo y lo fugaz de la existencia; la magnificencia de la naturaleza americana, por su parte, te pone en contacto con el mundo que te rodea, con la hermosura que nace de lo auténtico. Pero lo sorprendente fue que, al ver aquel paisaje, en cierta forma, me sentí mal conmigo mismo porque tuve la sensación de que el mundo en el que me muevo había renunciado a algo, a algo maravilloso, por un artificio de modernidad que no es más que un niño desnaturalizado que nos aliena y desorienta. Afortunadamente me autoconvencí rápidamente de que aquella era una visión romántica e idealizada de la naturaleza, aquella que anhela una forma de vida en armonía con lo que nos rodea, que desea un desarrollo sostenible, y traté de enumerar uno por uno todos los inventos y avances científicos que hacen nuestra vida más fácil y cómoda, justifiqué mi mundo y respiré tranquilo. A mi lado, mientras me dirigía a Guatemala y una vez que pasé la frontera, podía observar a los campesinos indígenas, sus casas, sus tiendas, sus canchas de baloncesto, sus animales y hasta sus baños, y me preguntaba como serían sus vidas, mientras reflexionaba sobre la mía. Aquel fue el mejor regalo que me dejaron Chiapas y Guatemala, el plantearme dudas y el hacerme cuestionar certidumbres, nadie elige donde nace pero si puede elegir cuales son los valores que dirigen su vida.

12 agosto, 2007

CRÓNICA DE MI VIAJE AL SUR

Después del largo paréntesis de las vacaciones, el virrey vuelve a ponerse al frente de su blog con más fuerzas que nunca. Mi intención es escribir una crónica sobre mi viaje al Sur (México DF, Oaxaca, Chiapas, Guatemala y Yucatán) pero como algunos de mis lectores se han quejado de que no me leen porque mis artículos son muy largos, he decidido escribir está historia por partes. La idea que tengo es exponer mis impresiones, lo que me llamó la atención en cada lugar, lo que sentí, y no hacer una descripción pormenorizada de todo lo que vi o visité. Así que ahí os va la primera entrega:
Aunque yo salí desde Guadalajara, puede decirse que, para mi, el viaje empezó y terminó en México DF, la capital de un país muy centralista que, como no podía ser de otra forma, resume hasta el extremo todas las características que definen a México, sus contrastes de riqueza mal repartida y barriadas de pobreza; de mariachis, tequila y Mc Donals; de edificios coloniales y bloques de apartamentos; de vida en la calle y lugares por los que es mejor no aparecer; o de turistas y masas de olvidados.
En esta ocasión nos tocó disfrutar de la ciudad de México más hermosa, esa que se viste con sus mejores galas para impresionar a sus visitantes, la de los canales de Chochimilco, la de Teotihuacan, la del hermoso zócalo, la de las calles y plazas de Coyoacán, la de mi siempre imaginada y querida Alameda. Y entre todo aquello, la mirada atormentada de Frida y la conciencia, nacional o proletaria, de los frescos de Diego Rivera, un lujo que demuestra que entre todos los millones de personas que se agolpan en aquella ciudad, siempre habrá un pequeño lugar para el talento y la genialidad (aunque sea para la picaresca que les legamos).
Después de tres días entre tacos, margaritas y la omnipresente lluvia vespertina, dejamos la ciudad de México dirección al sur, próxima parada, Oaxaca. Yo ya conocía esta hermosa ciudad, pero la primera vez que estuve las prisas no me dejaron apreciar su belleza en toda su magnitud. Según se baja en el mapa, México se muestra cada vez más indígena y la antigua ciudad de Antequera, de coloridas calles coloniales, mostraba en su plaza central todo el populoso mosaico de razas que alberga. Sus tianguis, su mercado, su comida, su espectacular convento, su trazado rectilíneo, todo me encantaba y paseando sin pretensiones llegué a una pequeña cafetería con la intención de recuperar fuerzas tranquilamente. El rico sabor de la mezcla del café me sorprendió, en México son aficionados al americano y el espresso les suele quedar demasiado amargo para mi gusto, pero aquel estaba bueno. Cuando felicité al camarero encargado descubrí que era un joven italiano (ahora todo encajaba), uno de esos aventureros que viven al día, sin grandes presiones ni preocupaciones, que yo tanto admiro. Nos regaló unos minutos de su tiempo y disfrutamos mucho de su conversación, no por lo que dijo sino por lo que transmitía, libertad y ganas de disfrutar la vida, un tipo simpático al que algún día volveré a visitar y que quien sabe si seguirá allí. Por cierto, si alguna vez vais, aprovechar para descubrir la belleza natural del estado, nosotros tuvimos la suerte de visitar las cascadas de Hiervelagua y bañarnos bajo la lluvia en unos yacusis naturales que se forman allí pero también cuenta con unas playas muy chulas a las que no pudimos llegar.
Y así, de noche y con lluvia, seguimos tentando la suerte, poniéndonos en manos de conductores de autobuses temerarios que desafiaban las carreteras de doble sentido llenas de curvas a velocidades demasiado peligrosas. Afortunadamente sobrevivimos a la ruleta rusa mexicana y llegamos a Tuzla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas. Pero esto merece un capítulo aparte.