26 noviembre, 2008

MI AMIGO RUBÉN

Esta foto con mi amigo Rubén en Teotihuacan me encanta. Rubén y yo somos amigos desde hace 24 años, somos casi de la familia, y creo que nuestra relación a través del tiempo es un buen ejemplo de la importancia que para ambos tiene la amistad. Desde la infancia hasta la madurez las personas pasan por diferentes etapas, cambian y viven distintas circunstancias que van marcando su camino, lo normal es que durante este proceso vayas ganando y perdiendo amigos, es algo natural, consustancial a crecer. Sin embargo, Rubén siempre ha estado ahí: si cambiábamos de colegio, el te seguía llamando para quedar; si yo iba a la universidad y él hacía un módulo de informática, me invitaba a las fiestas de su pueblo o nos íbamos a jugar al futbol juntos, primero los domingos con su padre y luego con el mismo equipo (eso si que es amistad porque os aseguro que soy muy malo jugando); si me marchaba a México, él cogía tres semanas de vacaciones para viajar de mochilero conmigo; y si por desgracia me dejaba la novia, el aparecía con un montón de latas de cerveza en mi casa para emborracharse conmigo. Hoy, a pesar de lo ocupado que está siempre, sigue estando a mi lado, de una manera casi machacona, no hay una semana que pase sin que me llame para ver como estoy o que haga el esfuerzo de quedar conmigo. Creo que el secreto para poder seguir estando presente en la vida del otro ha sido que los dos hemos comprendido que para no perder a un amigo tienes que hacerte amigo de sus amigos, y así ha seguido siendo hasta el presente, sus compañeros del instituto hoy parece que estudiaron conmigo y los de su trabajo me caen genial. Por eso, cuando a veces pienso en la posibilidad de irme a vivir a México y en que con los años mis amigos se pudieran olvidar de mi, se que con Rubén no tengo que tener miedo, él siempre seguirá llamándome semana tras semana.

19 noviembre, 2008

DESMEMORIADOS

Aprovechando que Garzón se ha inhibido en la causa sobre las desapariciones en la Guerra Civil y del franquismo, proclamo otra vez mi convencimiento de que, al margen de los juicios, la memoria histórica no sólo es necesaria sino que debería ser obligatoria. Creo además que en España hay mucho hipócrita que le parece bien juzgar a Pinochet o Milosevic pero que se rasga las vestiduras si se hace con los responsables de la dictadura franquista, alegan mil excusas absurdas para no reconocer que la verdadera causa de su descontento es que Franco era español, lo cual desprende cierto tufo imperialista, "nosotros somos más avanzados y les decimos a los pobres panchitos lo que tienen que hacer". Incluso hay muchos que zanjan el asunto afirmando que hubo crímenes por lo dos lados, eso es cierto, pero ni se produjeron en el mismo número, ni de la misma forma, ni sus víctimas han sido tratadas igual.
Yo no entiendo de leyes pero de lo que si entiendo un poco es de historia, puede que juzgar el franquismo no sea cosa de jueces pero la investigación de los crímenes que cometió y la reparación moral de sus víctimas debe servirnos para conocer nuestro pasado y aprender de nuestros errores. Para todos aquellos que abogan por el olvido apoyándose, como siempre, en el miedo, les dedico estas palabras de Albert Camus, contemporáneo de los hechos:

Fue en España donde los hombres aprendieron que es posible tener razón y aun así sufrir la derrota. Que la fuerza puede vencer al espíritu y que hay momentos en que el coraje no tiene recompensa. Esto es sin duda lo que explica por qué tantos hombres en el mundo consideran el drama español como un drama personal

¡¡¡SALUD Y REPÚBLICA!!!

11 noviembre, 2008

EL PODER DE LAS PALABRAS

Yo te miro en los ojos de todas las mujeres,
Te miro pero nunca te he podido encontrar
Y hay en el desencanto el encanto de que eres,
O que serás más bella que una mujer vulgar…

Te sentirán mis sueños eternamente mía
Brotando de la bruma de todas mis tristezas
Como germinadora de raras alegrías
Que avivarán las llamas de tu ignota belleza.
(Pablo Neruda, Cuadernos de Temuco)

Cuando con 17 años leí por primera vez esta poesía quedé absolutamente fascinado, pensé que Neruda había sido capaz de expresar todo aquello que yo sentía, entonces empecé a devorar todos los libros de este poeta chileno y cuanto más leía de él, más me embargaba la envidia y la frustración, él era un genio con el don de materializar en hermosos versos lo que los demás sólo podíamos experimentar torpemente. Fue por este motivo por lo que, cuando años después vi la película El cartero y Pablo Neruda, me sentí plenamente identificado con aquel ignorante hijo de pescador que, ante su incapacidad como poeta, se dedicaba a copiar los poemas de amor compuestos por Neruda. La respuesta que dio el cartero ante los reproches del chileno es simplemente genial:

la poesía no es de quien la escribe, sino del que la necesita”.

07 noviembre, 2008

REFLEXIONES DE UN SEGURATA 2

El camino que andamos a lo largo de la existencia no siempre es en línea recta, a veces volvemos sobre nuestros pasos, buscando lugares comunes, espacios donde nos sintamos seguros y otras, simplemente, nos vemos obligados a tomar una dirección diferente. Según cumplimos años creemos madurar, a veces nos convertimos en personas distintas y otras sólo somos la misma puesta en unas circunstancias diferentes. Una puesta de sol, vista desde el mismo sitio, puede parecernos siempre igual o siempre distinta, la vida es cuestión de actitud.
La poesía que os pongo a continuación la escribí cuando trabajaba de segurata, uno de los periodos más oscuros y sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, más fructíferos de mi vida.

Un bodegón con una sola fruta
Un libro sin lectores
Una carretera sin coches
Un bar cerrado
Un teléfono que no suena
Un ruido que nadie escucha
Un milagro que nadie ve
Un pez en su cárcel de cristal
Un oasis en el desierto
Una isla en el mar
Un mármol sin escultor
Un ladrillo sin arquitecto
Un lienzo sin pintor
Unas ruinas abandonadas
Un emigrante
Un “loco”
Un incomprendido
Un cementerio
La cima de cualquier montaña
El primer día de clase
El primer y el último rayo de luz
El odio
El adiós
El olvido
La melancolía
La vejez
La muerte.
(Alberto Baena)