Desde mañana, dos autobuses en Madrid, uno de la línea 20 (Puerta del Sol-Pavones) y otro de la línea 47 (Callao-Barrio del Pilar) mostrarán un mensaje de publicidad a favor de la existencia de Dios: Cuando todos te abandonan, Dios permanece contigo. Todo esto después de que el siempre elocuente arzobispo Rouco Varela calificase de “abuso” el lema de los llamados autobuses ateos: Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida. En opinión de este baluarte de los valores tradicionales de occidente, la libertad de expresión “debe ser tutelada” para evitar que los creyentes sean “menospreciados y atacados en sus convicciones de fe”. Y es que, siguiendo el mismo planteamiento que ha conducido a todas las guerras de religión, Rouco opina que decir que Dios no existe es una ofensa para los cristianos. No debemos olvidar que para la Iglesia sus feligreses son como ovejas indefensas a las que hay que decir lo que deben o no pensar, ya que ellas por si mismas no son capaces de llegar a comprender el sentido de la vida. Por lo tanto, resulta comprensible el enfado del arzobispo de Madrid al ver peligrar el monopolio del proselitismo que ha ejercido siempre la institución a la que pertenece, ellos deberían poder hacer con nuestros impuestos todas las campañas de captación de fieles que considerasen necesarias pero el hecho de que una asociación privada decida gastarse su propio dinero en cuestionar los principios del negocio de las almas es una ofensa imperdonable. Y es que la libertad de expresión está bien siempre que sirva a los intereses de la Iglesia, abrir un debate sobre si existe o no Dios y la influencia que esto tendría sobre la vida de las personas resulta absurdo cuando el fundamento de todas las religiones es la irracionalidad de sus planteamientos. Precisamente por este motivo es tan bueno el lema de los ateos, si se afirmase categóricamente que Dios no existe se estaría siendo tan irracional como cualquier cristiano, que no necesita pruebas para creer en algo sino que les basta con la fe para considerar que la suya es la única verdad absoluta, sin embargo, al afirmar que probablemente no exista Dios, tan solo se está introduciendo la duda sobre este dogma, reconociendo que no tenemos los suficientes elementos para afirmar nada al respecto. Por otro lado, el alegato vital de la segunda frase: “deja de preocuparte y disfruta de la vida” choca frontalmente con el pesimismo existencial que afirma que este mundo es un valle de lágrimas al que venimos a sufrir por culpa de nuestros pecados y de nuestra naturaleza débil. Si aceptamos la posibilidad de que Dios no existe, también deberíamos aceptar que puede que el presente sea lo único que haya realmente y, consecuentemente, el principal sentido de la vida sería disfrutar al máximo de nuestro pequeño paso por la tierra. Esta es mi opinión, con el permiso de los inquisidores claro.
El virrey