31 marzo, 2010

MÁS FELIZ QUE UNA PERDIZ

Ya estoy de vuelta. Se que he tenido un poco desatendido mi blog pero tengo una buena excusa. He estado de mudanza y he empezado a trabajar en mi nuevo puesto de investigador en la Universidad Nova de Lisboa. La verdad es que no se si es políticamente incorrecto exponer públicamente lo bien que le va a uno en una situación de crisis mundial y cuando tanta gente lo está pasando mal, pero puesto que, sobra decirlo, no pertenezco a ese elitista grupo de hijos de puta que se han hecho ricos a base de joder la economía mundial y que gracias a sus amigos los políticos se han ido de rositas, creo que puedo decir que estoy súper feliz sin sentirme mal por ello y sin que nadie piense que estoy fanfarroneando.
La verdad es que no podrían irme mejor las cosas, por fin tengo un contrato de trabajo en el que me pagan un sueldo que me permite independencia (es triste pensar que esto sea noticia o la excepción en el mundo actual), vivo en una casa maravillosa del siglo XVIII en todo el centro de Lisboa (por fin puedo ir andando a los sitios, todo un lujo para alguien de Sanse/Alcobendas), y además me está encantando la experiencia de vivir en Portugal y aprender un idioma nuevo (supongo que, aunque yo mantengo que el mexicano es otra lengua distinta al castellano, de momento no llega a ser lo mismo). Podría decir muchas cosas sobre los portugueses, cosa que pretendo hacer en las próximas entradas, pero de momento lo que puedo adelantar es que me ha sorprendido comprobar que son un poco diferentes a nosotros, yo pensaba que serían como italianos o franceses, algo así como primos hermanos, una especie de copia imperfecta de nosotros jajaja (toma frase nacionalista que me ha salido, que burro soy). Pero en realidad son diferentes, como una especie de ingleses del sur, con mucha más clase, por supuesto (otra perla, al final va a resultar que tengo un xenófobo dentro deseando salir). Bueno, que lo que en realidad quiero decir es que son un poco serios e introvertidos, comen muy pronto y cierran las tiendas temprano.
Y por cierto, el tópico de que las portuguesas son feas o tienen bigote lo debió de inventar algún español resentido o un portugués muy listo que no quería ver su país lleno de italianos salidos levantándoles las churris (que alguien me pare o al final voy acabar votando a Falange). En resumen, que están buenísimas.
Para terminar os pongo algunas fotos de mi súper casa, estoy muy orgulloso de la decoración y de mis azulejos de la época del Marqués de Pombal, una auténtica joya.
En verano vuelvo a México pero si mientras buscáis al virrey, “fico en Portugal”



El salón de mi casa Lisboeta


Otra vista del salón

El "picadero"
Las vistas del Tajo desde mi ventana