30 junio, 2013

UNA TRABAJADORA MÁS.

Mercedes Zapatero, mi madre, es una más de esas personas anónimas que un día se jubila, después de toda una vida de esfuerzo y trabajo, y pasa desapercibida para el resto de la gente. Y es precisamente el hecho de no ser diferente a millones de españoles lo que la hace especial. Si mi madre es desconocida para la opinión pública es porque se dedicó a una cosa tan poco original como trabajar por un sueldo escaso, y además lo hizo de manera honrada, como la gran mayoría.
Hoy esto está muy mal visto, eso de trabajar como un burro para acabar con poco dinero ahorrado y una pensión baja no tiene ningún glamur, casi te quedas con cara de tonto o inspiras pena en los demás. La moda es especular con el dinero de los otros y si se puede robar o defraudar al estado, mucho mejor. Además se busca evitar las leyes o la mejor manera de no cumplirlas y salir impune. Nuestros banqueros, políticos e incluso la familia real nos enseñan que no hay nada como amasar fortunas con el mínimo esfuerzo y hacer ostentación de ello, para que se note que tú eres muy listo y los demás que se dedican a trabajar y pagar impuestos son muy tontos.
Pero bueno, puesto que los listos no pagan impuestos, habrá que agradecer al resto de contribuyentes nuestro sistema de salud y de educación gratuitos, por lo menos hasta que se lo carguen los que tienen dinero para pagar esos servicios a privados.
Por otra parte, mi madre forma parte de otro grupo anónimo y poco original, el de aquellas madres trabajadoras que después de divorciarse tienen que cuidar a sus hijos solas y trabajar como burras para poder mantenerlos. Hoy que también está tan de moda la austeridad y los recortes del gasto público habría que decirles a nuestros políticos que estas mujeres llevan aplicándolos a sus vidas desde hace décadas. La diferencia se encuentra en que en este caso la política del ahorro tiene algún sentido, el que a sus hijos no les faltase de nada. Y por si todo esto fuera poco, la mayoría de estas mujeres no tuvo acceso a una educación superior ni cuentan con negocios, así que tuvieron que dedicarse a trabajos duros y mal pagados que no les gustaban. Pero lo hicieron sin rechistar y ahora tienen que soportar todos los días la manida frase de que “vivimos por encima de nuestras posibilidades”, ellas que vivían con lo mínimo mientras otros se hacían ricos gracias al sudor de las masas.
Después de décadas de trabajo sería bonito que a uno cuando se jubila el estado le mandara una carta agradeciéndole los servicios prestados al país pero es mejor no esperar algo así, lo más probable es que suceda lo contrario y alguno de nuestros políticos haga algún comentario mezquino refiriéndose a los mayores como una carga insostenible. Si esto no es posible, por lo menos estas personas anónimas se merecen el agradecimiento eterno de aquellos a quienes con su trabajo les dieron una oportunidad en la vida, sus hijos:
Gracias mama por tu amor y tu dedicación
El Virrey