21 junio, 2016

¿YO SOY ESPAÑOL?





Este es el buzón de mi casa de Brasil, debería tener dentro un sobre con las papeletas para las próximas elecciones en España, pero está vacío ¿Cómo puede suceder una cosa así? Porque la democracia española está tan vacía como este buzón.
Hoy es el último día en que puedo enviar mi voto por correo, así que no conseguiré hacerlo a tiempo. Estas son las terceras elecciones en las que cumplo con todos los requisitos prescritos por la ley, en los plazos convenidos, y me dejan sin poder votar. ¿Por qué nadie ha hecho nada si no es un problema nuevo? Porque en España los políticos no están interesados en la democracia y mucho menos en las personas que deberían representar.
Primero me obligaron a emigrar ante la falta de oportunidades de trabajo en España, luego me quitaron la seguridad social y ahora me impiden votar. Cuando oigo hablar de patriotismo, de la unidad de España, de la defensa de la constitución y la legalidad, me da rabia comprobar que también vaciaron las palabras de contenido y pienso en el concepto de ciudadano, en sus responsabilidades y sus derechos. El respeto a la legalidad y la defensa de la constitución también es garantizar que ningún español que quiera votar se quede sin hacerlo.
Los políticos están tan preocupados en recordarnos la obligación que tenemos de ser y sentirnos españoles que se les ha olvidado lo que significa ser ciudadano español. En una democracia, ser español incluye una serie de obligaciones y de derechos que van más allá del nacionalismo, entre ellos poder elegir nuestro gobierno, aunque se viva fuera del país.
Si una persona, como en mi caso, no cree en las esencias nacionales y no le permiten ejercer sus derechos democráticos, deja de identificarse con el Estado del que teoricamente forma parte. Por tanto, aquellos que se preocupan tanto con el independentismo deberían de dejar de mirar para Cataluña o el País Vasco y comenzar a hacerlo en dirección a todos aquellos españoles que, al margen de su lugar de origen o su país de residencia, se sienten frustrados por un sistema obsoleto y excluyente. Si dejamos a un lado las banderas y las reivindicaciones históricas, la falta de democracia también puede considerarse una fábrica de independentistas, lo dice un madrileño que cada día se siente menos orgulloso de ser español.