Este es el buzón
de mi casa de Brasil, debería tener dentro un sobre con las papeletas para las
próximas elecciones en España, pero está vacío ¿Cómo puede suceder una cosa así?
Porque la democracia española está tan vacía como este buzón.
Hoy es el último
día en que puedo enviar mi voto por correo, así que no conseguiré hacerlo a
tiempo. Estas son las terceras elecciones en las que cumplo con todos los
requisitos prescritos por la ley, en los plazos convenidos, y me dejan sin
poder votar. ¿Por qué nadie ha hecho nada si no es un problema nuevo? Porque en
España los políticos no están interesados en la democracia y mucho menos en las
personas que deberían representar.
Primero me
obligaron a emigrar ante la falta de oportunidades de trabajo en España, luego
me quitaron la seguridad social y ahora me impiden votar. Cuando oigo hablar de
patriotismo, de la unidad de España, de la defensa de la constitución y la
legalidad, me da rabia comprobar que también vaciaron las palabras de contenido
y pienso en el concepto de ciudadano, en sus responsabilidades y sus derechos.
El respeto a la legalidad y la defensa de la constitución también es garantizar
que ningún español que quiera votar se quede sin hacerlo.
Los políticos
están tan preocupados en recordarnos la obligación que tenemos de ser y
sentirnos españoles que se les ha olvidado lo que significa ser ciudadano español.
En una democracia, ser español incluye una serie de obligaciones y de derechos
que van más allá del nacionalismo, entre ellos poder elegir nuestro gobierno,
aunque se viva fuera del país.
Si una
persona, como en mi caso, no cree en las esencias nacionales y no le permiten
ejercer sus derechos democráticos, deja de identificarse con el Estado del que
teoricamente forma parte. Por tanto, aquellos que se preocupan tanto con el
independentismo deberían de dejar de mirar para Cataluña o el País Vasco y
comenzar a hacerlo en dirección a todos aquellos españoles que, al margen de su
lugar de origen o su país de residencia, se sienten frustrados por un sistema
obsoleto y excluyente. Si dejamos a un lado las banderas y las reivindicaciones
históricas, la falta de democracia también puede considerarse una fábrica de
independentistas, lo dice un madrileño que cada día se siente menos orgulloso
de ser español.