APOCALYPTO

Apocalypto es una película interesante por lo que ofrece cinematográficamente y por la polémica que se generado a su alrededor. Desde México me han llegado correos que criticaban duramente la película acusándola de algunos errores históricos y de dar una imagen muy violenta de la sociedad maya, seguramente les molestaba que hubiera sido producida y dirigida por un “pinche gringo analfabeto”. A mi todo esto me resulta muy interesante porque demuestra como el nacionalismo y la historia van demasiado a menudo de la mano y como aquel mito del “indio bueno” que vive en comunidad con la naturaleza y en armoniosa paz con sus semejantes, que se mantiene virgen e ingenuo lejos de la corruptora civilización occidental, que creara Pedro Mártir de Anglería y que reprodujese interesadamente Rousseau, sigue vivo. Desgraciadamente la realidad fue muy distinta y la maya, como todas las civilizaciones de la antigüedad, era una cultura violenta en muchos aspectos de su vida cotidiana como la religión, la ley o la guerra. Lamento perturbar con la realidad a todos los que creían en ese mito, a veces la ficción es mejor que verdad. En lo que respecta a la película si que puedo admitir algunas críticas, sobre todo porque creo que da una imagen muy parcial (no se si de manera premeditada). En mi opinión la recreación es muy buena y rigurosa, pero la cultura maya, a parte de ser sacrificios humanos, también era astronomía, juego de pelota, trabajo de la obsidiana, comercio, bailes…. y la película ha perdido una oportunidad única de mostrar todos esos otros aspectos de la civilización maya, quizás porque su intención no fue nunca la de ser un documental de divulgación histórica sino más bien una superproducción hollywoodiense (no se si se escribe así) efectista y sin más pretensiones. En cualquier caso, considero absurdo el boicot que se me proponía desde México, para poder criticar una cosa hay que conocerla y yo os animo a que vayáis al cine y que, por un momento, os sorprendáis tanto como Bernal Díaz del Castillo la primera vez que contempló la magnífica Tenochtitlan.