01 diciembre, 2008

A VUELTAS CON LA HISTORIA

En los comentarios sobre la entrada del 19 de noviembre “Desmemoriados” se ha abierto un interesante debate a propósito de la utilidad social de la historia y su relación con los intereses de los ciudadanos de a pie. Bueno, a mi no se me puede acusar de mantener la historia alejada de la gente, durante cuatro años he impartido clases de historia de género en centros sociales a mujeres de todo tipo y condición, en su mayoría amas de casa con pocos estudios. También he dado clases de historia en asociaciones de mujeres separadas. Además, mi blog es un ejemplo de mi intención de divulgar el gusto y la utilidad del saber histórico. Sin embargo, si que tengo que reconocer que, en muchas ocasiones, mientras escribía mi tesis me preguntaba si aquello que estaba haciendo servía para algo o le interesaba a alguien, es difícil responder a esa pregunta, el valor de la historia contemporánea es fácilmente justificable por su actualidad constante pero ¿qué pasa con el pasado más remoto? Y las complejas y farragosas tesis doctorales sobre temas poco relevantes ¿son necesarias? Se trata de un debate muy interesante que no sólo tienen que resolver los historiadores sino que deben hacerlo las sociedades en su conjunto, decidir qué lugar otorgarle a la cultura y al conocimiento del ser humano. Estoy de acuerdo con Lou Marinoff, el autor de Más Platón y menos Prozac, en que el olvido por parte de nuestras sociedades de la búsqueda del conocimiento personal y transcendente está creando individuos neuróticos que acuden a los psicólogos o a los libros de autoayuda para encontrar respuestas a preguntas que antes resolvían los filósofos. Yo quiero pensar que el grado de desarrollo de una civilización no se mide sólo por su renta per cápita sino, especialmente, por su nivel de conocimiento y su cultura ¿Qué se recuerda y admira de la Atenas clásica? ¿Sus logros económicos, sus victorias militares o sus filósofos, historiadores y dramaturgos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, desde mi punto de vista, a casi todos los estudios históricos, a casi todas las investigaciones se les puede dar una utilidad, ya sea social, política, cultural, o ya sea local, estatal, o simplemente comunitaria o de barrio, o familiar, el análisis del pasado en todas sus formas siempre tiene una utilidad como reflexión sobre la sociedad de hoyuy en día, sobre los colectivos, o como herramienta para estudiar aspectos concretos de las sdades del pasado que nos ayuden a completar el cuadro sobre esa sociedad o ese Estado. Esta utilidad puede ser más o menos directa, obviamente. No se me ocurre una investigación histórica a la que no se le pueda dar una utilidad, lo digo muy en serio. Otra cosa es la voluntad que tenga el poder político y las universidades de darle esa utilidad social, que yo creo que en España es escasa o nula, más bien nula, clarísimamente, tanto que a veces parece que se quiera amortiguar la capacidad del historiador para incidir en la sociedad, banalizándolo o encerrándolo en las aulas, lo que en definitiva sería exactamente lo mismo que callarlo. ah, felicidades por tus colaboraciones en centros de mujeres, eres una honrosísima excepción Luis, historiador UB.