26 enero, 2007

KIKE

El lunes murió un compañero del cine a quien yo tenía un enorme respeto y muchísimo cariño, un accidente de tráfico acabó con su vida de 27 años y con las ilusiones de una persona que había aprendido que necesitaba un cambio, que merecía ser feliz y que estaba dispuesto a conseguirlo. Kike era un gran tipo, una persona amable y simpática, siempre dispuesta a echar una mano a los que le rodeaban, con una apariencia de macarra con la que trataba de esconder su gran corazón y su sensibilidad. Pero Kike era, sobre todas las cosas, un currante, había ocupado la mayoría del tiempo de su juventud en dos trabajos que apenas le dejaban un rato libre, de lunes a viernes de informático, de miércoles a domingo por la tarde en el cine, y todo para poder comprarse un coche y una casa y no pedirle nada a nadie, porque no todo el mundo tiene la misma suerte ni las mismas facilidades. Finalmente, después de muchos sacrificios, había conseguido su casa, una luz se encendió en su cabeza, dejó a una novia amargada con la que poco tenía en común y los dos trabajos que le asfixiaban por otro que le gustaba más y, lo que es más importante, le dejaba tiempo para él, para hacer todas esas cosas que había querido hacer y no había podido todos estos años de atrás. Pues bien, en este momento de transformación profunda, de nacimiento a una nueva vida, con esas ansias de comerse la vida y disfrutar al máximo, un camionero se lo llevó por delante. Kike a muerto, pero sobre el asfalto de aquella maldita carretera dejó el testigo de la vida para que lo recojamos, valorándolo en su enorme medida y tratando de aprovechar cada segundo como si fuera el último, tenemos la responsabilidad de no desaprovechar el regalo de estar vivos. Kike, sin querer, nos hizo un último regalo. Descansa en paz amigo.

No hay comentarios: