09 junio, 2008

CRISIS POSDOCTORAL

El lunes después de convertirme en doctor sufrí una crisis existencial, ante mi se abría un nuevo horizonte y me sentía desorientado. Creo que hay un chiste que resume muy bien lo que pensaba:

Un profesor de filosofía se encuentra dando clase a sus alumnos en la universidad, se aparece de repente un ángel que le hace la siguiente proposición:
- te concedo uno de estos tres dones: sabiduría, belleza o cien millones de euros.
Inmediatamente, el profesor opta por la sabiduría.
La figura del profesor se empieza a iluminar, por fin tiene acceso a todo el conocimiento, a la verdad de las cosas, tiene todas las respuestas.
Uno de sus alumnos se acerca al profesor y le pide ansioso:
- dinos algo.
El profesor responde:
- tenía que haber elegido el dinero.

Se que a algunos se nos apareció el diablo hace unos cuantos años y nos propuso elegir entre lo que nos gustaba y aquello que nos daría una estabilidad económica con la que vivir tranquilos y sosegados. Yo no creo que nunca tuviese realmente posibilidad de elegir, soy demasiado romántico y apasionado como para haber optado por otra cosa que no fuese mi vocación. La historia no es lo que hago, la historia es lo que soy. Pero el lunes, ante el abismo que tenía delante, decidí mirar atrás ¿aquella fue una buena decisión? ¿Merece la pena tanto sacrificio, tanta incertidumbre?
Se que hay gente que optó por la opción más pragmática y hoy me miran con satisfacción, ven representada en mi la prueba andante de que ellos acertaron: un doctor cum laude en historia, sí, todo muy bonito, pero no tiene donde caerse muerto y hay que comer todos los días.
No quiero palmaditas en la espalda y últimamente me molesta que me digan que me admiran por la vida que llevo, yo no quiero ser un héroe, no quiero ser especial, ser profesor de universidad no debería ser una odisea por el desierto de la precariedad laboral y económica, algo no funciona en el sistema cuando a la vanguardia científica de nuestro país la obligamos a emigrar a otros lugares a ganarse la vida.
Los pragmáticos me dicen: Ya sabías que la historia no tenía salidas.
Es verdad, ya sabía que en las sociedades capitalistas las humanidades no se consideran trascendentes, estaba al tanto de que sólo lo material es importante y los países se miden en función de su producto interior bruto, o que la única investigación que se valora es aquella que conduce al desarrollo de la industria. Por lo tanto, si era consciente de que la historia no es entendida como una parte imprescindible de la formación del espíritu de las personas sino como un departamento más dentro de la cultura general y anecdótica que sirve, entre otras cosas, para ganar al trivial ¿Por qué elegí hacer historia? Quizás vi gigantes donde sólo había molinos. No se como acabará esto en el futuro, pero me temo que estoy condenado a morir de vocación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ánimos tío, que aunque muchos arribistas alienados de conformismo y mediocridad, pero en realidad cargados de filofranquismo y sentido de la jerarquía crean que no, todos los jóvenes historiadores españoles estamos en el mismo saco, por tanto estamos obligados a apoyarnos y no a darnos zancadillas (eso ya lo hacen los profesores universitarios). Por cierto, estoy con esta gente, la mayoría somos investigadores, tu tema de la mujer novohispana es muy interesante, he pensado que podrías publicar en nuestra revista, míratelo: http://www.fenthistoria.org/

Luis Pizarro, Universitat de Barcelona.