19 enero, 2009

CRÓNICA DE LA BODA MÁS ORIGINAL

La boda que mis amigos José y Yuko celebraron el día 17 de enero en Ruidera ha sido, sin lugar a dudas, la boda más original a la que he asistido, y cuando digo original no me refiero a pinceladas horteras o ritos extraños, me refiero a que todo estuvo perfectamente organizado, desde el primer hasta el último momento, con dos objetivos: en primer lugar, expresar a través de pequeños detalles cuál es la naturaleza del amor que se profesan Jose y Yuko, cómo y por qué se quieren; en segundo lugar, celebrar ese amor junto a sus familiares y amigos. No hubo nada que se hiciera porque es lo habitual o tradicional sino que todo lo que hubo fue porque a los novios les apeteció.
La cosa empezó el viernes, la mayoría de los amigos nos reunimos en el hotel Guadiana, allí mismo nos invitaron a cenar sushi con tortilla de patatas, una metáfora de lo que se iba a unir al día siguiente, por desgracia no todos pudimos disfrutar de ese momento, Jose se había olvidado su traje de boda en Madrid y tuvo que llamar a su hermana, que se encontraba a medio camino entre Madrid y Ciudad Real y que llevaba al padre de Yuko como copiloto, para que regresaran. Las cosas no empezaban bien con el suegro, que llevaba unas cuantas horas de vuelo a sus espaldas, y todos estábamos acojonados, afortunadamente la educación y paciencia japonesas estaban bien representadas en el señor Nakayama y la Katana permaneció guardada. Mientras tanto, lo mejor de la noche fue el concierto que nos dieron Yuko y Jose junto a dos amigos franceses (uno de ellos con una risa más que sospechosa). El final fue previsible, acabamos un poco borrachos en un bar de aborígenes alucinados por la concentración de guiris por metro cuadrado, escuchando música bacalao, lo cual resultaba bastante cómico sabiendo los gustos del 90 por ciento de los asistentes a la boda y, en especial, de los novios.
El sábado fue otra cosa, por la mañana nos llevaron a visitar las lagunas de Ruidera, un paisaje espectacular, nunca pensé que en Castilla tuviéramos un lugar con tanta agua, mientras que por la tarde nos dividimos, unos se prepararon para el bodorrio durmiendo la siesta mientras que otros prefirieron quedarse jugando al mus. La boda estuvo genial, el salón de actos estaba decorado con flores y las banderas de España y Japón, mientras que de fondo sonaban las canciones del grupo de Yuko y Jose. Cuando la novia entró en la sala todos nos quedamos alucinados, estaba espectacularmente guapa con su kimono, un quimono que pasaba del aburrido blanco (símbolo de virginidad) y que demostraba con colores la alegría de su portadora. La ceremonia fue muy emotiva, después de casarse por lo civil, el aburrido discurso del cura fue sustituido por las palabras de los padres de ambos, las del primo de Jose, Gordo, que tuvo el detalle de atreverse a hablar en japonés (hay que tenerlos cuadrados), la hermana de Jose, Pichu, y dos amigos, Saúl y Tamara. La anécdota graciosa la puso, como no podía se de otra forma, un despiste, en este caso se le habían olvidado los anillos a Yuko y tuvieron que ir corriendo a por ellos al hotel. La fiesta de después fue lo menos original, cuando hay gente feliz y barra libre la cosa siempre acaba en desparrame. Es de destacar que la canción que compusimos los amigos de la universidad fue un auténtico fracaso debido a nuestro nulo sentido del ritmo, tan poco desarrollado como el del ridículo. El acto final de la obra fue protagonizado por todos aquellos irreductibles que se negaron a irse a dormir y se atrincheraron con los novios en una de las habitaciones, contando anécdotas ridículas con traducción simultánea. En resumen, un fin de semana inolvidable que puso sobre el papel lo que todos los que conocían a Jose y Yuko ya sabían desde hace tiempo.
FELICIDADES.

Concierto de la noche del viernes

Momento en que se dan cuenta de que faltan los anillos y todos nos descojonamos



No se puede estar más guapa, he asistido a decenas de bodas y no me acuerdo de ni uno solo de los vestido que vi, pero os aseguro que este kimono no lo olvidaré jamás.


Momento en que les damos de regalo a los novios un cerdito (tipical spanish) lleno de monedas de euro

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