05 junio, 2009

MI MINUTO DE GLORIA

Ayer tuve mi minuto de gloria, recogí el Premio María Isidra de Guzmán, me entrevistaron para la radio, firme un montón de libros y pronuncié un discurso. De momento no tengo ni el video que me hizo mi prima ni las fotos de Almu (que como es tan tocapelotas me las hizo todas con el cuadro del rey detrás), mientras tanto os trascribo el discurso que pronuncié para que los que no estuvisteis os hagáis una idea de la emoción que se vivió:

Cuando me dijeron que tendría que prepararme unas palabras sobre mi investigación para pronunciar el día que recogiese el Premio, me quedé un tiempo pensando en que sería lo mejor que podría decirles hoy. En un primer momento pensé simplemente en pronunciar un pequeño resumen de mi investigación y terminar dedicando el premio a todas las personas que me han ayudado, pero pronto me di cuenta que aquello podría resultarles un poco frío y monótono y que sería más interesante que les explicase cual fue el espíritu de mi investigación, por qué elegí cómo tema el papel de las mujeres españolas en América y qué era lo que pretendía conseguir.
El trabajo que hoy se premia fue muy tesis doctoral y, como afirmo en los agradecimientos de la misma, la elaboración de este libro ha sido la conclusión de un proceso largo que no se reduce a los años de investigación y que se relaciona con el resto de aspectos de mi vida. Por eso, me van a permitir que les hable muy brevemente de mi, porque creo que de esta forma van a entender mejor de qué trata mi trabajo.
Hasta donde puedo recordar, la Historia siempre ha sido mi gran pasión. Tengo una visión muy romántica de la Historia. Para mí, el pasado era un lugar donde dejar correr la imaginación y abstraerte del presente. Un mundo paralelo en el que aun era posible vivir grandes aventuras, hazañas, episodios de valor, de cobardía, de amor, de traición. Y dentro del conjunto de la Historia, la época que siempre me gustó más fue la de la conquista de América ¿Qué mejor momento que este para imaginarse hazañas épicas? Fue por este motivo por el que decidí marcharme a México para comenzar mi tesis doctoral sobre la historia de América.
Por otro lado, mi pasión por la historia siempre estuvo relacionada con mi preocupación por combatir el olvido y el paso del tiempo. Me obsesionaba recuperar la memoria de todos aquellos millones de personas anónimas que pasaron por el mundo antes que nosotros, que se preocuparon por las mismas cosas y que vivieron con las mismas pasiones con las que vivimos nosotros hoy. Fue por este motivo por lo que me pareció una buena idea elegir a las mujeres como objeto de estudio. Nadie como las mujeres ha sido más ignorada por la historia. Su voz ha permanecido oculta durante años por un telón de indiferencia y menosprecio producto, en primer lugar, de la marginación en la que vivieron en su época y, en segundo, por los prejuicios de los historiadores.
Después de estudiar durante un tiempo la historia de América en general me empecé a preocupar por qué habría sido de todas aquellas españolas que cruzaron el mar en busca de fortuna, de aquellas mujeres que participaron en la conquista, que tuvieron un importante papel en la evangelización de los indígenas, o que, en cada hogar de las nuevas tierras descubiertas, formaban una parte imprescindible de sus familias. Los historiadores que se habían ocupado de las mujeres se centraban en la importante labor que desempeñaron en el ámbito privado pero ¿qué pasaba con el resto de aspectos que afectaban a sus familias? ¿Fueron las mujeres unas meras comparsas, unas espectadoras pasivas de lo que sucedía a su alrededor, o también ellas tuvieron un papel importante en la vida pública de sus ciudades? Esta fue precisamente la pregunta que traté de contestar con mi investigación.
Una vez que empecé mi trabajo en los archivos aprendí que era muy difícil rastrear el paso de las mujeres por la historia, se han conservado pocos documentos escritos directamente por ellas y los cronistas de la época no consideraban importante recoger sus opiniones. Aun así, descubrí que hubo mujeres conquistadoras y encomenderas, mecenas y profesoras, mujeres cortesanas metidas en intrigas políticas, monjas de regla estricta o relajada, nobles de vidas cómodas y también mujeres trabajadoras. En resumen, un conjunto de mujeres muy heterogéneo pero que, sin embargo, compartieron siempre una cosa, ninguna fue ajena a los intereses de sus familias o de su grupo social y tomaron partido en su defensa cuando las circunstancias lo requirieron. Siendo esto así, quedaba plenamente justificada mi intención de incluir a las mujeres en el análisis de cómo los españoles de América dejaron de sentirse españoles para sentirse sólo americanos.
Cuando comparé el modelo teórico que proponían los moralistas para la mujer con la realidad cotidiana de sus vidas, descubrí que existía una gran diferencia. Las fuentes dibujaban un escenario muy alejado de la imagen de mujer recluida y sumisa que en ocasiones se ha tratado de defender por cierta historiografía. Muy al contrario, las mujeres que yo estudiaba aparecían ocupando un lugar imprescindible y constante en la vida pública del reino, jugando un papel secundario pero imprescindible. Una sociedad jerárquica como la del antiguo régimen necesitaba que los grupos privilegiados demostraran públicamente su estatus y, en este contexto, las mujeres de origen español desempeñaron a la perfección su papel dentro del teatro del mundo, apareciendo en fiestas, paseos o ceremonias religiosas con todo el lujo que les fue posible.
Las españolas, además, fueron las responsables de conservar y difundir al otro lado de Atlántico la cultura hispánica y católica de la época, actuando como un puente de unión entre los dos mundos.
Por lo tanto, con mi investigación creo que ha quedado demostrado que la aportación de las mujeres a la sociedad colonial no se redujo al cuidado del hogar, la educación de los hijos, o la labor religiosa, sino que tuvieron un papel fundamental en todos aquellos fenómenos políticos, económicos o culturales que fueron configurándola. Sin embargo, es importante recordar que no lo hicieron en igualdad de condiciones con los hombres sino que su aportación estuvo marcada por la subordinación al varón y el estrecho margen de maniobra que les otorgaba el patriarcado.
Ahora, si me lo permiten, querría aprovechar el hecho de que hoy me encuentro recogiendo un premio de investigación en estudios de género para dedicar este premio a dos personas que, aparte de ser fundamentales en mi vida, llevan años trabajando por las mujeres, una desde el ámbito académico y la otra desde el movimiento asociativo.
En primer lugar, me quiero referir a Pilar Pérez Cantó, historiadora y feminista, que fue una de las pioneras que luchó, en un tiempo difícil como fueron los años 70, por abrir un espacio en las universidades españolas para los estudios de género y que, con esa energía desbordante que imprime a todo lo que hace, ha trabajado siempre por reivindicar la importancia de las mujeres en la historia y su divulgación entre la sociedad. Yo le debo muchas cosas, ella es la que me ha enseñado casi todo lo que sé de historia y es el ejemplo en el que me miro como profesional. Bajo su dirección escribí este libro y una parte de este premio es suyo. Gracias Pilar.
La segunda persona a la que me quiero referir es, sin duda, la que más admiro y a la que tengo que agradecer más cosas. Mi madre, Mercedes Zapatero, como muchas otras personas que nacieron en España en los años cuarenta, no tuvo la suerte de recibir una educación secundaria. A ella le hubiera gustado ser maestra pero tuvo que conformarse con ser ama de casa y dedicarse a criar a sus hijos, que, en mi caso, le he dado bastante trabajo. Sin embargo, mi madre conservó sus inquietudes y, cuando tuvo oportunidad, las dejó salir: se puso a estudiar con 50 años y desde hace 13 dirige una asociación de mujeres separadas y divorciadas, donde trabaja de manera solidaria y desinteresada por ayudar a sus semejantes en los problemas diarios. Mi madre es una persona especial, generosa y trabajadora. Sin su apoyo, sin sus ánimos, sin su cariño, yo no estaría aquí. Gracias mama.
Ya para terminar, no se cuando voy a volver a ganar un premio así que tengo que aprovechar, quiero agradecer a mi hermano que haya estado siempre a mi lado, al principio casi como un padre y ahora como el mejor de los amigos. Y a mi familia y amigos por venir a acompañarme en este día tan importante.
Gracias, por último, al Ayuntamiento de Alcalá de Henares y a los miembros del tribunal por confiar en mí.
Muchas gracias.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me vuelvo a emocionar al leerlo.. qué llorica soy!! estuvo guay michael, te tienes que poner más a menudo ese traje que estás como un cañón!!

Anónimo dijo...

¡Felicidades tío!, eres la caña. He de confesar que nunca me ha interesado mucho tu tema de investigación -pese a que me gusta tu blog: por los contenidos y por que escribes bien. Fuera del interés evidente de que toques historia de la mujer -tema últimamente tan poco tocado por nuestros investigadores-, tu trabajo sobre mujer e identidad criolla me parecía uno de los típicos temas, tan y tan de moda, tan sobado actualmente en las universidades españolas: identidad/nacionalismo -actualmente con tantísimo interés político, qué pena-; pero me retracto, a partir de ahora y como te veo tan premiado: ¡te voy a leer!. Disculpa lo que te digo, sólo he sido sincero; pero es cierto que, viendo que realmente eres un buen investigador, no puedo hacer otra cosa a partir de ahora que leerte. Un abrazo.
Doctorando.

Anónimo dijo...

Alberto! Q emoción tu discurso. Enhorabuena, pero qué pena no haber podido estar ahí! En todo caso espero q me puedas entregar el libro en mano, en Bolivia por ejemplo? A ver si empezamos a organizar para vernos. Beso fuerte

Anónimo dijo...

Españolito qué buen discurso te has aventado, la verdad es que creo sin lugar a dudas que le das un valor y un reconocimiento intrínseco que nadie más que tú es capaz de enaltecer... enhorabuena por esa tesis tesis doctoral que espero pronto poder leer y que como te he dicho tiene un gran mérito por el premio que te ha otorgado el gobierno español... de verdad muchas felicidades!!!
Por otro lado, quiero decirte que me ha emocionado mucho el reconocimiento y agradecimiento que le haces a tu madre, a tu jefa, a tu familia y a tus amigos... un besito!