20 abril, 2010

SIN COMENTARIOS

“A sus espaldas, tan cerca de su oreja que sólo ella pudo escucharla en el tumulto, había oído la voz:
-Este no es un buen lugar para una diosa coronada.
Ella volvió la cabeza y vio a dos palmos de sus ojos los otros ojos glaciales, el rostro lívido, los labios petrificados de miedo, tal como los había visto en el tumulto de la misa del gallo la primera vez que él estuvo tan cerca de ella, pero a diferencia de entonces no sintió la conmoción del amor sino el abismo del desencanto. En un instante se le reveló completa la magnitud de su propio engaño, y se preguntó aterrada cómo había podido incubar durante tanto tiempo y con tanta sevicia semejante quimera en el corazón. Apenas alcanzó a pensar: “¡Dios mío, pobre hombre!”. Florentino Ariza sonrió, trató de decir algo, trató de seguirla, pero ella lo borró de su vida con un gesto de la mano.
-No, por favor -le dijo-. Olvídelo”
El Amor en los tiempos del Cólera, Gabriel García Márquez

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Moraleja: ¡Cuidado con las "diosas coronadas"!!!!!

Alberto Baena Zapatero dijo...

Moraleja: ¡Cuidado con idealizar el amor!

Paleto dijo...

No entiendo nada. A mí me encanta aquello de "A la mar fui por naranjas, cosa que la mar no tiene. Vine todo mojadito, por olas que van y vienen", pero no sé si viene al caso.