07 abril, 2015

LA FELICIDAD



Yendo de camino a España en un avión incomodo y obsoleto de Iberia, uno tiene la sensación de retroceder en el tiempo a los años 80 y no puede dejar de ponerse nostálgico. Además, siempre que viajo me da por reflexionar sobre mi vida en particular o sobre el sentido de la vida en general. Pero hoy la cosa parece transcurrir de una manera un poco diferente, por una vez, no me he dejado llevar por la melancolía introspectiva. Hoy estoy contento, vuelvo a casa y en unas horas estaré con mi familia comiendo torrijas.
En este momento el pasado no me interesa tanto como el futuro. Este tipo de actitud es muy extraña en mí, así que me pongo a pensar en la felicidad. ¿Qué es?¿Es una cosa que se puede definir de manera general o es diferente en cada caso? Si varía de una persona a otra ¿Qué es para mí la felicidad?
Bueno, hay gente que defiende que la felicidad son momentos. En ese caso, la felicidad sería distinta en cada individuo y respondería a circunstancias coyunturales, sin una constante. Algo instintivo, lo que me produce placer me hace feliz. Yo no soy muy partidario de esa idea, me parece primitiva. Claro que también tengo mis pequeños momentos de euforia. Sin lugar a dudas, la expectativa de volver a ver a mi familia es un pensamiento que me proporciona un efímero momento de alegría. Pero es precisamente esa fugacidad la que me hace dudar. Si la felicidad nunca se mantiene en el tiempo, nada rutinario puede proporcionarnos esa satisfacción. Por lo tanto, la felicidad sería hija de la novedad, lo cual no deja de ser un poco triste. Nadie puede mantenerse en un estado de excitación tal que mantenga esa situación durante mucho tiempo. De esta forma, ver a mi madre me produce una enorme felicidad porque no la veo todos los días, cuando vivía con ella no solía darle la importancia que, como es lógico, le doy ahora.
No, para mí la felicidad tiene que ser algo más objetivo, más constante. Cuando hace años me dio por mezclar filosofía y autoayuda, me puse a buscar respuestas en algunos autores que me parecían interesantes. Así llegué a Shopenhauer y ahí encontré una respuesta que encajaba con mi forma de pensar. Para un tipo tan angustioso y maniático como yo, la felicidad sólo podía ser la ausencia de dolor. La vida es muy complicada, uno se pasa el tiempo preocupado y resolviendo problemas. Y si nos ponemos más existenciales, habría que añadir la incapacidad humana de superar su soledad original y el miedo a la muerte. La felicidad sería entonces como unas vacaciones de la vida, un estado ideal de tranquilidad. En ese caso, la felicidad sería constante pero también, por desgracia, imposible de alcanzar. De todas maneras, para que esta idea tuviese sentido tendría que funcionar para todo el mundo, no sólo para mí.
En fin, menuda comedura de cabeza, es lo que tiene viajar en un avión de Iberia, el entretenimiento tienes que montártelo tu solo.


Posdata: Quería poner una imagen alusiva al contenido de la entrada, pero puse felicidad en el buscador de google y casi vomito jajaja

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