29 enero, 2010

EL VIRREY EN LA INDIA, parte 1

Es difícil resumir en unas cuantas líneas mi viaje por la India, hemos visto tantos lugares, vivido tantas experiencias y acumulado tantas anécdotas que no se por dónde empezar o cómo organizar todas las ideas que me vienen a la mente.
Nuestra periplo empezó en Delhi, una ciudad que a mi no me gustó mucho pero que nos sirvió de piedra de toque para lo que sería el resto del viaje: caos circulatorio (si no se ve es difícil que alguien se haga una idea de la locura que es el tráfico en la India, no hay apenas semáforos y los coches conducen por calles de doble dirección en las que no se respetan la separación de carriles, esquivando a los peatones y animales que se cruzan en su camino, sin frenar en ningún momento y tocando el claxon a todas horas para avisar de su presencia a todo aquel que se pueda atravesar en su camino), suciedad por todas partes, contaminación y masificación humana (resulta complicado encontrar una zona habitable que no esté llena de gente, la India es el segundo país más poblado del mundo con más de 1166 millones de personas). De Delhi destacaría su enorme mezquita, una belleza arquitectónica que además nos sirvió para comenzar a entender que la presencia musulmana en la India no es testimonial sino que forman una parte importante de la población del país. En teoría, hindúes, musulmanes y sikhs (los típicos indios con turbante y barba) conviven de manera pacífica, salvo algunos brotes esporádicos de violencia, aunque no se mezclan entre ellos. Los hindúes, por su parte, siguen manteniendo la división de la sociedad en castas y los matrimonios arreglados, sobre todo en las zonas rurales.
La India es un país muy grande, con enormes distancias entre un lugar de interés a otro y con infraestructuras deficientes, por lo que tuvimos que centrarnos en recorrer la zona norte del país. Nuestra primera parada fue la ciudad de Mandawa, otrora importante eslabón de la ruta de la seda ya que se encuentra a las puertas del desierto, como demuestra la presencia de numerosos dromedarios por sus calles. A pesar de la belleza de los palacios decorados con pinturas al fresco que alberga (los famosos havelis) éramos casi los únicos turistas del lugar, los edificios estaban en un penoso estado de conservación (los vigilantes malviven con sus familias dentro de los palacios, con lo que eso conlleva de deterioro) y el guía local que nos tocó resultó un jeta demasiado antipático para la raquítica paciencia de mi amigo Yonko, que se centró más en imaginar formas de golpearle la cabeza que en la belleza del paisaje que nos rodeaba.
Nuestro siguiente destino fue Pushkar, la ciudad de los hippies, un lugar mágico y hermoso a la orilla de un lago que está casi siempre seco y que cuenta con calles estrechas y sinuosas llenas de vacas que caminan a su libre albedrío y de monos del tamaño de un niño de 5 o 6 años. Lo de las vacas sueltas fue otra constante en todos los lugares del viaje (menos en Delhi, la capital del país), nuestro chofer afirmaba que eran las que regulaban el tráfico porque, al ser un animal sagrado y haber tantas sueltas, los conductores no se arriesgaban a correr demasiado y reducían su velocidad cuando tenían que esquivarlas. Lo malo del asunto de las vacas es que pueden hacer lo que les de la gana y suelen dejar las calles llenas de cagadas enormes que, cómo no, yo tuve la costumbre de pisar.
Después de visitar varios templos hindúes y sikhs (en este ultimo dejé una buena donación porque se dedican a dar de comer a todos los viajeros, independientemente de su nacionalidad o credo) y de realizar las obligadas compras (Caste se compró un pantalón bombacho que hace justicia a su fama de personaje vistiendo), este jalón en el camino se completó con la visita a Ajmer, una ciudad pegada a Pushkar que cuenta con una mezquita muy importante a la que acuden numerosos musulmanes en peregrinación. Este fue el único lugar donde nos servimos observados y no del todo bien recibidos, ya que, una vez más, éramos los únicos occidentales por el lugar. No obstante, a nosotros lo único que nos molestaba era el hecho de que en cada templo o tumba al que entrábamos, daba igual de qué religión fuese, teníamos que quitarnos los zapatos y caminar descalzos por el frío suelo del lugar. Las primeras veces lo haces con resignación pero al final de tanta visita acababas hasta los huevos de tanto poner y quitar zapatos y con un resfriado de cojones.

La mezquita de Delhi

Los Haveli de Mandawa

Los tres aventureros en Mandawa

El atardecer en Puskhar

Las estrechas y sinuosas calles de Puskhar con las vacas a su libre albedrío

Para entrar a un templo sikh nos tuvimos que descalzar y tapar la cabeza, yo parezco un pirata

12 enero, 2010

DISCORDIAS INVENTADAS, EL PAN DE LOS POLÍTICOS.

Hay algunos catalanes del tipo Laporta que piensan que todos los madrileños somos unos centralistas opresores de derechas que no queremos reconocer la identidad nacional catalana, lo cual es tan absurdo como creer que todos los catalanes son unos radicales intolerantes, insolidarios y antiespañoles. Por desgracia, los políticos de todos los colores, en vez de ayudar a que todos nos llevemos bien, se dedican a agitar los ánimos, apelando a sentimientos nacionalistas y a agravios históricos. En este sentido, toda la gestión de Zapatero sobre el estatuto catalán ha sido un despropósito, durante la negociación sobre el mismo se lavó las manos de manera irresponsable, dejándole el marrón al Tribunal Constitucional. El objetivo era no perder votos en uno de sus feudos electorales y pagar viejos favores a los socialistas catalanes pero las consecuencias han sido muy perjudiciales para la convivencia de Cataluña con España. La incompetencia y lentitud de las instituciones del Estado han propiciado una situación esperpéntica, el estatuto se sometió a referéndum y comenzó a aplicarse para que ahora, 3 años después (se dice pronto), exista la posibilidad de que una gran parte de su contenido sea declarado anticonstitucional ¡En que país tan ridículo vivimos! No me extraña que los nacionalistas se quejen.
Gracias a la complacencia de Zapatero los jueces del Tribunal Constitucional se ven en una situación muy complicada ya que, por un lado, es evidente que hay cosas del estatuto que no encajan en la carta Magna española pero, por otro, en estos momentos, cualquier recorte del texto catalán sería visto e instrumentalizado por los partidos catalanes como un ataque a Cataluña y a la voluntad de sus ciudadanos. Así que Zapatero, sin pretenderlo, le ha hecho un favor a los nacionalistas catalanes ya que les ha dado el material perfecto para que sigan con su retórica victimista de que España cohíbe su libertad, frena su autogobierno y no quiere reconocer su realidad nacional. Dicho lo cual, quiero dejar claro que me parece absurdo no admitir que los catalanes son una nación y que la constitución española no es la biblia y puede tener errores que se deben rectificar sin que eso nos suponga un trauma a nadie.
Para mí, la "nación" es un concepto inventado que sólo ha traído desgracias a la humanidad, creando divisiones innecesarias y artificiales entre los seres humanos, pero hay que reconocer que si buscamos la definición de nación en la enciclopedia no se puede dudar de que Cataluña y los catalanes constituyen una. Esto no debería escandalizar a nadie ya que hay países formados por varias naciones y naciones sin estado, así que ¿Por qué negar lo evidente? ¿a qué tenemos miedo? El negar la especificidad histórica de Cataluña no va hacer que desaparezcan las diferencias, es mejor aceptarlas e integrarlas si se puede.
De todas formas, a mi este debate sobre las identidades me aburre muchísimo y me cansa la gente que necesita estar reivindicándose cada dos por tres. Aunque hay que admitir que a veces puede resultar muy gracioso observar a los nacionalistas de cualquier color ya que, como ocurre en el caso de Sarkozy y su debate público sobre cual es la esencia primigenia de la nación francesa, se comportan de una manera muy ridícula. Pasaría del tema si no fuera porque desgraciadamente este asunto afecta a la actitud que muchos tienen respecto al “otro”. En mi opinión, las identidades colectivas son alienantes y lo que deberíamos tener claro es como nos sentimos de manera individual, al margen de banderas, buscar los puntos en común y aprender a convivir con la diferencia. Yo no me siento español porque exista una bandera y un país llamado España, sino porque mi cultura, con todo lo que eso implica en cuanto a la lengua, la mentalidad, la gastronomía, la historia, los valores o el paisaje en el que uno se educa me hace sentirme así, y lo que yo siento es independiente de que las fronteras cambien o de lo que sientan los demás. Vive y deja vivir.



21 diciembre, 2009

AVATAR Y EL MITO DEL BUEN SALVAJE

La película de Avatar me da pie a hablar de varios temas que, en mi opinión, están consciente o inconscientemente detrás del argumento. En primer lugar, la historia es, sin lugar a dudas, una readaptación del mito del “buen salvaje” creado hace cerca de cinco siglos con motivo del descubrimiento y conquista de América. Según esta vieja fantasía, los indígenas, al igual que los azulados protagonistas de la peli, eran una especie de seres humanos ingenuos y bondadosos que vivían en paz y armonía con la naturaleza, mientras que los españoles representaban todos los vicios y degeneración del hombre civilizado. Sin lugar a dudas, detrás de la difusión de esta idea hubo personajes como fray Bartolomé de las Casas que trataron de atraer a la opinión pública en favor de la defensa de los naturales del Nuevo Mundo. Posteriormente, los ilustrados europeos recuperaron este mito con una doble intención: por un lado, filósofos como Locke o Rousseau lo utilizaron para defender, frente a la opinión de Hobbes de que “el hombre es un lobo para el hombre”, la idea de que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la civilización la que lo corrompe; mientras que por otro lado, las historias de salvajes que vivían en un supuesto estado primigenio puro en el cual no había ni jerarquías, ni ricos ni pobres porque todos colaboraban de una manera casi “comunista”, eran la excusa perfecta para criticar la sociedad en la que vivían y, en último término, el absolutismo. En este mismo sentido, James Cameron no podría haber sido más oportuno, el estreno de Avatar se produce tan solo unos días después del vergonzoso fracaso de la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático en la que, en el fondo, está un tema que subyace en la película: cómo el hombre es capaz de anteponer sus intereses económicos inmediatos sobre la salud del planeta a largo plazo. Una vez más la ciencia ficción viene a reflejar las obsesiones, preocupaciones o miedos de la sociedad de cada momento.
Asimismo, (aviso que ahora voy a revelar una pequeña parte del argumento que, por otra parte, es totalmente previsible desde el primer minuto de película), el hecho de que el héroe protagonista decida abandonar a los corrompidos invasores para ponerse del lado de los nobles y bondadosos habitantes del planeta Pandora tampoco es nuevo en la historia. Gonzalo Guerrero fue un español que naufragó en las costas del Yucatán el año de 1511, después de estar a punto de ser ejecutado por una tribu de indios y de ser esclavizado por otra, logró escapar, llegando a casarse con una princesa india y a convertirse en cacique de un pueblo maya. Las crónicas cuentan que se tatuaba y vestía como un “salvaje” y desde el primer momento decidió preparar a los indios frente a la inminente invasión española, instruyendo a sus guerreros para que no temiesen ni a los caballos ni a las armas de fuego. Logró rechazar varias incursiones españolas hasta que en 1536 fue muerto por un disparo de arcabuz cuando trataba de ir en ayuda de un pueblo de Honduras.
No se en qué estaría pensando James Cameron cuando escribió el argumento de Avatar o de dónde le vendría la inspiración, pero de lo que si estoy seguro es de que existe un imaginario colectivo lleno de mitos que siempre han fascinado a la humanidad y que, como en el caso de Star Wars, si se utilizan con inteligencia pueden dar como resultado un taquillazo.



El mito del "buen salvaje" llega hasta el siglo XX, los frescos de Diego Rivera sobre la cultura azteca son un buen ejemplo

11 diciembre, 2009

Un rojo en Estados Unidos 2 (LAS FOTOS)

Tino y yo trabajando in the USA

La hermosas calles coloniales de Nueva Orleans

El Misisipi
Un cartel de mi serie favorita

El paraiso, si es que existe claro.
Música Jazz en directo en Bourbon street.

08 diciembre, 2009

UN ROJO EN ESTADOS UNIDOS

A mi Estados Unidos nunca fue un país que me llamara la atención especialmente, en primer lugar, por deformación profesional, yo me preguntaba ¿Qué interés puede tener una nación con tan solo dos siglos de historia? mientras que, por otro lado, mis prejuicios ideológicos me hacían despreciar un país que en mi mente aparecía como un nido de analfabetos, violentos, puritanos religiosos, ultraliberales y capitalistas. Sin embargo, después de pasearme unos días por “la tierra de las oportunidades” y cómo siempre sucede en estos casos, el conocimiento de la realidad me ha revelado los matices y las diferencias internas, dejando en evidencia lo absurdamente atrevida que era mi ignorancia. Es verdad que hay un gran número de analfabetos, violentos, puritanos, ultraliberales y capitalistas pero eso no es todo lo que hay ni esa es toda la verdad. Estados Unidos es un país muy grande y muy complejo.

El comienzo no fue muy esperanzador, yendo a Nueva Orleans pasé por Houston y al sentarme a esperar se puso delante de mí un yanki de no más de veinte años que llevaba una camiseta cuya traducción venía a ser algo así como “las armas no matan a la gente, a las personas las matamos nosotros”. Al traducir el lema de la camiseta (tuve que tirar de diccionario, imaginaros la escena) vinieron a mi mente todos mis fantasmas, me imaginaba a ese pendejo entrando en su escuela y cargándose a todos sus compañeros y profesores. No obstante, algo estaba empezando a parecerme diferente a la imagen que traía de Estados Unidos, en el aeropuerto internacional J. W. Bush (manda huevos el nombre) todos los carteles estaban en español y en inglés, al igual que todos los mensajes que se daban por megafonía iban en los dos idiomas, además, la mayoría de los empleados hablaban español, no sólo los de origen hispano sino también muchos de los anglosajones. Aquello me pareció grandioso, sobre todo si lo comparas con los pinches ingleses que tienen el dudoso honor de tener un aeropuerto internacional en el que el único idioma que se utiliza es el inglés y donde el personal de información (aun me sigue pareciendo increíble) sólo habla su propio idioma.

Al llegar a Nueva Orleans me estaba esperando desde hacía más de tres horas mi amigo Tino (le di mal la hora de llegada al pobre pero no me hizo ningún reproche). Gracias a él pude conocer dos cosas de Estados Unidos: como es la gente normal de allí y como viven los inmigrantes sin papeles mexicanos. Lo que más me llamó la atención fue lo plural que era la población de Nueva Orleans y algo que no me esperaba, por medio del trabajo de Tino pude saber que la mayoría de gasolineras de la ciudad pertenecen a iraquíes.

Como el negrero del jefe de Tino no le quiso dar los cuatro días que le había prometido me dispuse a acompañarle en el trabajo con la intención de hacer un análisis antropológico de la población autóctona. Me sentía como Apú en el badulaque y me encantó ver a los negros y negras, como hablaban (arrastrando las palabras), como vestían o que venían a comprar, pero también pude comprobar como la mayoría de los emigrantes de esa zona son de Honduras.

Una vez que acabamos de trabajar comenzó mi transformación, como todo rojo de palo me dejé llevar por la fiebre consumista. En mi defensa debo decir que todo estaba súper barato y además tenían de mi talla, cosa poco habitual. El saldo de mi enajenación mental fueron: 2 pares de zapatos, 2 pares de zapatillas, calcetines, unos levis, unos dokers, calzoncillos de marca pija, 3 camisetas, una camisa, un abrigo, una cazadora y una mochila para llevarlo todo. Pero mi inmersión en la cultura norteamericana fue más profunda, me llevaron a cenar al Hooters y no me cabe la menor duda de que si existe un paraíso cuando uno se muere sin lugar a dudas debe ser algo parecido a eso, alitas de pollo y mujeres despampanantes en pantaloncito corto y con escotes.

Por supuesto, en mi viaje no todo iban a ser compras y desayunos de hamburguesas (no me extraña que se pongan tan gordos con la dieta que llevan). Estaba en Nueva Orleans y, ya con Tino liberado, me disponía a disfrutar de la ciudad. La impresión no pudo ser mejor, Nueva Orleans simplemente me fascinó. No se si sería porque me llamó la atención ver un estilo colonial diferente al de México (la semana anterior había estado visitando Morelia, Guanajuato y San Miguel de Allende) pero la parte antigua me pareció de los lugares más hermosos que conozco, sus casas de estilo francés y sus calles son muy bellas. El paisaje lo completa el Missisipi, los tranvías y la línea de rascacielos del fondo. Nueva Orleans presume de su pasado francés pero la presencia española está por todas partes, hay una plaza de España y las calles del centro lucen placas con el nombre que tuvieron bajo el dominio español junto al escudo de Carlos III. Un lugar único.

Además, se trata de una ciudad que vive por y para la música, su avenida principal, Bourbon Street, está llena de bares con grupos que tocan música en directo, no solo Jazz sino del resto de estilos. El estar sentado con Tino en un bar de Nueva Orleans escuchando tocar en directo Jazz es uno de esos momentos especiales que suceden muy de vez en cuando y que no voy a olvidar en la vida. Luego comimos los bocadillos de gambas típicos de la ciudad, nos emborrachamos y vimos como las greengas locas nos enseñaban de manera altruista sus pechos.

He disfrutado tanto de este viaje que puede que inconscientemente perdiese el avión de vuelta a propósito, por desgracia salía otro tan solo 30 minutos después y ahí acabó mi aventura.

Gracias Tino.

NO SE POR QUÉ PERO NO ME DEJA SUBIR LAS FOTOS, MÁS ADELANTE PROMETO PONERLAS PARA QUE OS MURAIS DE ENVIDIA.



25 noviembre, 2009

HOMENAJE A XAVIER MINA

Como es de todos sabido, la memoria de un país no es algo neutral sino que tiene que ver con las circunstancias e inclinaciones del que la escribe, sólo así se entiende el injusto olvido del que ha sido victima la figura de Xavier Mina en España. Este heroico navarro comenzó a forjar su leyenda en la guerra de independencia contra los franceses. Fue uno de los organizadores de la guerrilla en Navarra, formando un cuerpo de voluntarios que llegó a poner en jaque a las tropas napoleónicas. Con el tiempo aumentó tanto su fama como estratega y militar honesto y valiente que se hizo popular la expresión “!Irse a Mina!” como sinónimo de dejarlo todo e irse a luchar contra los invasores franceses. En 1810 fue hecho preso y encerrado en una fortaleza de Paris hasta el final de la guerra.
Firme defensor de la doctrina liberal y de la constitución de Cádiz de 1812, pronto se sintió traicionado al ver como Fernando VII abolía todas las libertades y reinstauraba el absolutismo a su vuelta a España. Por su oposición abierta al tirano borbónico se vio empujado al exilio, primero en Francia y luego en Londres, desde donde decidiría continuar la lucha por el liberalismo en tierras americanas. En 1816, con el apoyo de lord Holland y algunos liberales británicos, organizó una expedición integrada por oficiales de diversos países de Europa y América con objeto de apoyar el movimiento de independencia de Morelos en México (una especie de brigadas internacionales de la época). Finalmente desembarcó en las costas de Tamaulipas desde donde trató de lanzarse contra el Virrey Apodaca y los ejércitos realistas. Leyendo algunas líneas impresionantes de sus proclamas podemos entender su decisión de luchar por la libertad, aunque fuera en tierras lejanas y extrañas para él:
Si la emancipación de los americanos es útil y conveniente a la mayoría del pueblo español, lo es mucho más por su tendencia infalible a establecer definitivamente gobiernos liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar por tierra en todas partes el coloso del despotismo, sostenido por los fanáticos y monopolistas, jamás podremos recuperar nuestra dignidad. Para esa empresa es indispensable que todos los pueblos donde se habla castellano aprendan a ser libres, a conocer y practicar sus derechos… La patria no está circunscrita al lugar en que hemos nacido sino, más propiamente, al que pone a cubierto nuestros derechos personales”.
La expedición de Mina en México fue corta, fue apresado y fusilado por las tropas absolutistas como se ejecutaba entonces a los traidores, de espaldas al batallón.
Hoy quiero reivindicar en mi blog la figura de este héroe injustamente tratado en nuestro país. Agradecer su legado republicano, que nos enseñara que las banderas eran y son un engaño, que lo único por lo que merece la pena luchar es por aquello en lo que se cree, que la única patria del hombre es la libertad, que la humanidad está formada por una única comunidad de personas y mientras una sola de ellas viva oprimida no debemos enterrar las armas.


Dedicado a mis amigos y amigas navarros

16 noviembre, 2009

Momentos en Nueva España

Nuestro gusto por hacer fotos no es otra cosa que una manifestación de nuestra obsesión por congelar el tiempo, de nuestro miedo a que pase, a que se nos escape de las manos. Nos aterroriza el olvido, pensamos ingenuamente que una cosa que no se recuerda es una cosa que no se ha vivido, como si sólo las cosas que permanencen en nuestra memoria fuesen importantes. Pero, por mucho que nos resistamos, el tiempo avanza inexorable borrando todo a su paso.

Visitando la antigua ciudad de Tula, la capital de los toltecas, junto a uno de los famosos Atlantes.

En busca de Biombos y junto a varios profesores amigos míos acabé en Tepotzotlán, donde en un convento Jesuita espectacular se encuentra el museo nacional del virreinato. Encontré 3 biombos, el viaje mereció la pena.

De fiesta por la noche en mi casa. Podría haber puesto más de una foto humillante de mi amigo Gerardo pero me las reservo para utilizarlas en mejor ocasión.

12 noviembre, 2009

UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Como el título de esta entrada proclama, a veces una imagen vale más que mil palabras. Yo vivo en México DF cerca del eje central y cada vez que salgo a la calle veo esta pintura moralizante que sólo me imagino en un país tan asombroso como éste:


El domingo pasado visité mi museo favorito de la ciudad, el Franz Mayer. Yo iba para disfrutar de la belleza apabullante de mis queridos biombos (ahora ya no es sólo una afición sino que mi proyecto de investigación en Portugal trata sobre ellos) y me tope con una exposición sobre arte contemporáneo español. La cosa en un principio no me entusiasmó mucho porque en la entrada se anunciaba que habían traído 100 sillas y 100 lámparas diseñadas por los mejores artistas de nuestro país, algo que a mí, sinceramente, no me interesaba un carajo. Sin embargo, junto a estos muebles de formas o materiales absurdos habían traído también una muestra de 100 carteles que recorrían la historia de España a lo largo de todo el siglo XX. Hubo muchos que me gustaron, los había de todo tipo, informativos, propagandísticos, publicitarios… algunos rebosantes de imaginación y otros, por lo novedoso de su técnica en el momento en el que se hicieron, auténticas obras de arte. Aquí os pongo dos que me llamaron la atención:



Este cartel es una caricatura que el gobierno de la República distribuyó para desacreditar a los sublevados: la iglesia, la aristocracia y el ejército yendo en el mismo barco (el detalle del águila es genial)



¿Os imagináis cómo se pondrían las mujeres si hoy se anunciase un detergente con un cartel como éste? Yo creo que queman la fábrica.

02 noviembre, 2009

LA CARA DE LA POBREZA

Sentada sobre el frío suelo de piedra, con sus pies descalzos, su pelo canoso recogido en una sencilla coleta, su blusa blanca adornada con flores y su falda estampada larga, la alegría de los colores de su ropa contrasta con un rostro cansado, de piel tostada por el sol y plagado de arrugas. Voy caminando y la contemplo, una anciana indígena que vende muñecas de trapo, en un primer momento paso de largo indiferente pero cuando llevo unos pocos metros recapacito, aun tengo su triste imagen en mi retina y decido dar la vuelta. En aquel momento no me interesa especialmente su mercancía, sólo quiero comprar algo para ayudarla y, si es posible, cruzar unas palabras con ella, me siento mal y pienso que aquello podría ser mi pequeña forma de sacarla del anonimato en el que le había hundido mi indiferencia inicial. Le pregunto que si las muñecas las ha hecho ella a mano y me responde que sí mientras me enseña una bolsa con hilos, cintas y unas tijeras que tiene a su lado. Continúo interesándome por ella, por si lleva mucho tiempo allí sentada, si ha vendido mucho o sobre qué va a hacer si empieza a llover, ella habla un español muy malo, es evidente que su lengua materna es alguna indígena. Poco a poco voy ganándome cierta confianza, le compro dos muñecas (no soy capaz de regatearle el precio como se suele hacer en México) y ella comienza a contarme que cada vez le cuesta más hacerlas, que está perdiendo vista y que sus manos están viejas, a mi se me estremece el corazón al ver sus dedos doblados por el reuma. La anciana me dice que no sabe que va a hacer cuando ya no pueda hacerlas, que ahora le compra algunas a su vecina para compensar las que no es capaz de terminar y que entonces saca menos dinero. Yo la miro emocionado, me siento fatal, como una mierda, tengo mala conciencia por vivir tan bien e ignorando las dificultades de millones de personas con nombre y apellidos como aquella que tengo delante. Quiero invitarla a comer y que me siga contando cosas sobre sus hijas y nietas de Querétaro pero no me atrevo a proponérselo.
En la cafetería, trato de leer el periódico pero no puedo pensar en otra cosa, mi cabeza empieza a dar vueltas en torno a la conversación que acabo de tener, me vienen las ideas como flechas que se clavan en el alma. Me imagino a aquella mujer cuando no pueda trabajar y no la quede una pensión ¿de qué vivirá? Pienso en la pobreza, esa que los amantes del liberalismo dicen que es el castigo de los vagos, mientras recuerdo sus manos destrozadas por el trabajo. Me indigno al comprobar lo injusto que es el mundo, un mundo que no le concederá una vejez digna a miles de mujeres como aquella, un mundo que condenará a sus nietos sin escolarizar a repetir la vida de sus antepasados generación tras generación, un mundo que pregona los beneficios del individualismo, de la iniciativa privada y del esfuerzo como si todos partiéramos del mismo punto y compitiésemos en igualdad de condiciones.
Sigo atormentado con aquella imagen. En el antiguo régimen los ricos tenían la responsabilidad cristiana de ocuparse de los pobres, daban limosnas y financiaban instituciones de caridad para evitar la condena de sus almas, hoy los pobres se han vuelto invisibles y los amantes del capitalismo proclaman la resignación. Vivimos sumidos en una sociedad narcotizada, insensible ante el sufrimiento de los demás.
Al llegar a casa, el amigo mexicano con el que comparto piso me pide que no me deje impresionar tanto por aquella mujer porque, según dice, en México hay muchas más como ella y si dejo que me afecte no voy a poder salir a la calle. Esa es la respuesta de la mayoría, el mundo es una mierda y no se puede cambiar, acéptalo y vive con ello. Pues bien, yo no me resigno, creo en que es posible un mundo más justo, en el que no existan tantas desigualdades, en el que se reparta la riqueza, en el que los beneficios sociales como la sanidad o la educación puedan llegar a todos los habitantes de un país. Pero ¿qué se puede hacer? las ideologías de izquierdas y la justicia social no están de moda y los cínicos rebosan confianza en si mismos, miran con desprecio a los que se atreven a darles “clases de moralidad” y todos repiten las mismas palabras: todo eso que decís los progres es muy bonito pero ¿qué haces tú para cambiar las cosas?
Yo tengo preguntas pero no tengo respuestas, seguro que podría hacer más, ni siquiera se si soy coherente con lo que pienso, pero por lo menos denuncio lo que veo y reclamo a la gente que toma las decisiones que no se olvide de los que no tienen voz, estoy en contra de las ONGs porque sólo sirven para hacer el trabajo sucio que deberían hacer los estados, no considero el beneficio particular de mi país sino el de la humanidad en su conjunto, sin pedirle el documento nacional de identidad a las personas, no voto a partidos que hagan políticas liberales ni apoyo leyes de inmigración racistas y, lo más importante para mi, miro a los ojos a la pobreza.
¿Soy un populista? Puede que sí pero prefiero ser un populista con mala conciencia e inconformista a un neoliberal acomodado y autocomplaciente. La mala conciencia puede ser un motor de cambio:
¡OTRO MUNDO ES POSIBLE!